El gordo y el flaco, y la verguenza ajena.

Que unos sindicatos bien estructurados, con profesionales y técnicos, pueden ayudar a los trabajadores, frente a el posible abuso de los empleadores, es evidente, no hay mas que ver otros países donde funcionan bien, y sus resultados son aceptables, empezando por que no cuestan dinero al ciudadano, si no a sus seguidores directos.

Cuando se estructuran alrededor de un partido político, que los subvenciona a cambio de “la paz social”, están engañando a los trabajadores y ciudadanos todos que les pagan, por que para hacer política, ya nos gastamos una barbaridad en fantasmas silentes, cuando no durmientes, que anidan en eso llamado hemiciclo.

Pero cuando se reunen, y se unen, los dos sindicatos mayoritarios, y como buenos amigos y compañeros, se presentan como un sindicato único al estilo franquista, impidiendo cualquier cauce para que vean la luz otros sindicatos, entonces no solo nos engañan a todos, si no que la burla zahiere la sensibilidad de las personas.

Stand Laurel y Oliver Hardy, formaron una pareja genial de humor incomparable el pasado siglo, incluso cuando parecía que se pegaban parecían amigos, aquella pareja se llamaba en España “El gordo y el flaco” y producían risas sanas en los espectadores, la versión española de esos “el gordo y el flaco”, la protagonizan Toxo y Mendez, y producen vergüenza ajena.

Que unos sindicatos bien estructurados, con profesionales y técnicos, pueden ayudar a los trabajadores, frente a el posible abuso de los empleadores, es evidente, no hay mas que ver otros países donde funcionan bien, y sus resultados son aceptables, empezando por que no cuestan dinero al ciudadano, si no a sus seguidores directos.

Cuando se estructuran alrededor de un partido político, que los subvenciona a cambio de “la paz social”, están engañando a los trabajadores y ciudadanos todos que les pagan, por que para hacer política, ya nos gastamos una barbaridad en fantasmas silentes, cuando no durmientes, que anidan en eso llamado hemiciclo.

Pero cuando se reúnen, y se unen los dos sindicatos mayoritarios, y como buenos amigos y compañeros, se presentan como un sindicato único al estilo franquista, impidiendo cualquier cauce para que vean la luz otros sindicatos, entonces no solo nos engañan a todos, si no que la burla zahiere la sensibilidad de las personas.

Stand Laurel y Oliver Hardy, formaron una pareja genial de humor incomparable el pasado siglo, incluso cuando parecía que se pegaban parecían amigos, aquella pareja se llamaba en España “El gordo y el flaco” y producían risas sanas en los espectadores, la versión española de esos “el gordo y el flaco”, la protagonizan Toxo y Mendez, y producen vergüenza ajena.

Que unos sindicatos bien estructurados, con profesionales y técnicos, pueden ayudar a los trabajadores, frente a el posible abuso de los empleadores, es evidente, no hay mas que ver otros países donde funcionan bien, y sus resultados son aceptables, empezando por que no cuestan dinero al ciudadano, si no a sus seguidores directos.

Cuando se estructuran alrededor de un partido político, que los subvenciona a cambio de “la paz social”, están engañando a los trabajadores y ciudadanos todos que les pagan, por que para hacer política, ya nos gastamos una barbaridad en fantasmas silentes, cuando no durmientes, que anidan en eso llamado hemiciclo.

Pero cuando se reunen, y se unen, los dos sindicatos mayoritarios, y como buenos amigos y compañeros, se presentan como un sindicato único al estilo franquista, impidiendo cualquier cauce para que vean la luz otros sindicatos, entonces no solo nos engañan a todos, si no que la burla zahiere la sensibilidad de las personas.

Stand Laurel y Oliver Hardy, formaron una pareja genial de humor incomparable el pasado siglo, incluso cuando parecía que se pegaban parecían amigos, aquella pareja se llamaba en España “El gordo y el flaco” y producían risas sanas en los espectadores, la versión española de esos “el gordo y el flaco”, la protagonizan Toxo y Mendez, y producen vergüenza ajena.