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En Madrid se enteran...?

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En Madrid se enteran...?
Enviado por Casio el día 10 de Julio de 2013 a las 19:34
Pues me temo que no demasiado, están mas que nada a sus guerras particulares, sus corruptelas y sus ensoñaciones. Hay que leerse este artículo de Francesc de Carreras, al que yo como subscriptor tengo acceso y lo expongo.

Sería pecar de soberbia pensar que nadie es indispensable, y que una parte debería ocupar mas de lo que ella representa en la gobernanza, pero ojo, que entre dimes, diretes, Bárcenas, Eres, Gurteles, dineros en los colchones y estas fantasías, se está dejando irse una de las partes importantes de España.

Y es que Madrit, está por "La economía", que por otra parte no se sabe cuando dará un respiro, que será cuando lo quiera la divina providencia, o se lo impida el anticristo que agita europa, y que en esta ocasión, le ha dado por darnos por el ano a los del sur.

He aquí el artículo:

¿En Madrid se enteran?

Artículos | 10/07/2013 - 00:00h


Francesc de Carreras
Francesc de Carreras

Catedrático de Derecho Constitucional de la UAB







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Desde el pasado 11 de septiembre la política catalana está centrada únicamente en la posibilidad de una futura independencia. La Generalitat está en quiebra técnica y sin los presupuestos aprobados, el Govern no tiene mayoría parlamentaria suficiente para llevar a cabo sus políticas, el partido que gobierna tiene la sede embargada por un caso de corrupción y el secretario general está de facto inactivo por estar imputado en otro caso del mismo género: todo esto no parece tener importancia porque sólo interesa un tema, el monotema, la independencia de Catalunya.

En un principio, esta obsesión parecía ser una mera cuestión de las élites políticas: partidos, medios de comunicación, asociaciones nacionalistas. La calle, la gente común, parecía estar preocupada por otros problemas, los que más le afectaban, el paro y la crisis. Pero la hiperactividad del mundo independentista, el apoyo que recibe de los poderes catalanes, tanto políticos como mediáticos, está reforzando la ola independentista mes a mes, día a día. Cualquier tertulia de radio o televisión, a la hora que sea, sólo habla del monotema y, por supuesto, siempre en la misma dirección. El bombardeo mediático, a la media y a la larga, siempre acaba calando en la opinión pública.

¿Se enteran de todo esto en Madrid? No parece.

Tengo la impresión de que en Madrid, es decir, en las élites políticas españolas, no se interpretó bien el resultado de las pasadas elecciones catalanas. Con el fracaso de Artur Mas se quedaron confiados: la independencia ha perdido fuerza. CiU volverá al redil de siempre, se conformará con alguna competencia más -ya quedan pocas- y alcanzaremos un pacto financiero aceptable. No entendieron que las elecciones habían cambiado el escenario político de Catalunya.

El pujolismo duró desde 1980 hasta el 2003 y se le tenía tomada la medida: nacionalismo en Catalunya y partido bisagra en España. En Madrid creían que todo estaba controlado. No se daban cuenta de que ambos factores tenían una meta: ir construyendo poco a poco, pieza a pieza, la realidad actual. Por esto nunca quiso Jordi Pujol tener un ministro en el gobierno de Madrid: había que preservar la virginidad política ante el futuro. Pujol no ha sido nunca un Cambó (Roca, y ahora Duran, sí lo son), ni tampoco un Macià o un Companys. Su estrategia es algo nuevo y distinto de la de estos líderes históricos.

La estrategia no confesada de Pujol consistió en moldear pacientemente la sociedad (fer país) y, a la vez, con la autonomía como instrumento, ir construyendo sigilosamente un Estado (catalán) dentro del Estado (español) para dar un salto cualitativo cuando fuera posible. Ahora ha llegado el momento. España está económicamente débil, con un malestar social palpable y un desprestigio institucional generalizado. Del "España nos roba" hemos pasado al "España no nos sirve". Además, el 300 aniversario de la caída de Barcelona en la guerra de Sucesión añade la épica histórica necesaria. Consecuencia: no hay que dejar pasar la ocasión, es el momento adecuado, quizá no habrá otro en muchos años. Emocionalmente, el nacionalismo catalán, hoy mayoritariamente independentista, está ganando la partida.

Ciertamente, CiU no controla la presente situación, con lo cual se agrava el problema. Convergència está dividida entre independentistas y no independentistas, Unió también. Sólo ERC parece sólida y da un mensaje claro. Pujol era el líder de todo el nacionalismo, Mas está siendo arrastrado por la corriente. Y cada vez son más importantes las entidades sociales (Òmnium, Assemblea Nacional Catalana), que gozan de relativa autonomía. El concierto a favor de la independencia que tuvo lugar en el estadio del Barça no sólo fue un acto de propaganda sino, especialmente, una advertencia a Artur Mas: te comprometiste a celebrar un referéndum en el 2014, dentro o fuera de la legalidad, y esperamos que no nos traiciones.

Madrid ya no tiene interlocutor único en Catalunya porque son varios los focos de poder que se miran de reojo para acusar al otro de deslealtad si se desvía un poco del camino trazado. CiU, prisionera de ERC, no tiene posible marcha atrás. Este es otro dato importante de la nueva situación.

Con todo esto, ¿qué hace Madrid? El Gobierno del PP se limita a interponer recursos judiciales y al wait and see, "esperar y ver". Confía en que esto se arregle por las contradicciones internas de los catalanes y piensa que entrometerse es peor. Por eso no hace nada. El PSOE propone una reforma del Estado de las autonomías para convencer a los independentistas que desistan de sus propósitos. Pura ingenuidad. En resumen: Madrid no se entera.

La ola independentista avanza. Sentimentalmente está ganando, racionalmente perdería. Pero ya se sabe que cuando llegas a convencer a mucha gente de que todo el mundo piensa lo mismo, estás creando un ambiente de falsa unanimidad que incluso arrastra a los no convenci- dos. Antes de llegar ahí, ¿qué se puede hacer? Contrarrestar lo emocional con lo racional, que las ideas ganen a las creencias y, una vez conseguido, preguntar a los catalanes.




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Madrid es un poblachón manchego, lo mismo en Madrit se coscan de algo. Nos vemos en lo alto de la abrupta serraní.St
Enviado por Basajaun el día 10 de Julio de 2013 a las 19:53
Espero volver pronto a la batalla, compañero-
Enviado por Casio el día 10 de Julio de 2013 a las 20:01
Por ahora ando bastante jodído por una batalla de pérdida de sangre, que ni dios averigua de donde viene, y entre transfusión y transfusión me endigan media de hierro empanado que tiembla el misterio, pero esto tengo yo que acabarlo pronto, o aquí se acabó este cuento.

Lo de la sierra me parece aún factible.
Lo de la sierra es más una actitud que un proyecto..+
Enviado por Basajaun el día 10 de Julio de 2013 a las 20:24
de pisoteo, cuesta arriba, de poderosas pendientes alfombradas de cascajo suelto (ladera sur y en verano).
Pues claro que es factible. Lo de la sierra es tener el convencimiento de que por poco que puedas aportar harás el esfuerzo de aportarlo si se necesita.
Que Dios te depare lo mejor. Yo he salido de una buena desde hace unos días....Mejorate y no te dejes llevar por el pesimismo.
Y que se nota en falta. En Madrid, no se ha trabajado sobre el sentimentalismo. Se ha trabajado para crear un enorme conglomerado de poder ++
Enviado por Caba el día 10 de Julio de 2013 a las 23:01
que además de lo político, abarcara todas las demás areas, comunicaciones, financiero, infraestructuras radiales.

Y se ha conseguido, pero no se ha conseguido canalizar una fuerza sentimental como lo ha hecho el independentismo catalán.

Esa es quiza la cuestión más importante que se desprende del artículo, que como todo lo que suele escribir de Carreras, merece ser tenido en cuenta.

Ni desde de Barcelona ni desde Madrid se ha sabido promover un filing sentimental Cataluña España o no ha habido interes o las causas iniciadas han fracasado.

Ahora eso a pocos interesa e incluso creo que el proponerlo sería motivo de que al que lo haga le tilden de cursi. Como adjetivo más flojo, por muchos séctores. En Madrid y en Catalunya.

Lo peor es que una parte de la sociedad se va a quedar en fuera de juego.

Al final muchos se conformaran con estar fuera del juego y a otros ya les ira bien que los que no les sirvan no jueguen.

Un saludo