No son tiempos para el optimismo.

Poco a poco, dulcemente, la confluencia de malas artes de los partidos, corrupción, justicia inane, economía deprimida y deprimente, paro...están haciendo cada vez mas inviable la permanencia del sistema, y si miramos mas arriba, del propio estado.

Demasiados problemas de difícil solución, y pocos deseos de solucionarlos, ya que los que deberían y podrían hacerlo forman parte del problema, y parece que nadie esté dispuesto de verdad a una catarsis, ya que las reformas clásicas no llegan a solucionar los problemas.

Hay una posibilidad, y aunque no sea la idónea , podría involucrar a los partidos, a los sindicatos, a los ciudadanos, incluso al jefe del estado, este o el que venga, podría ser el desencadenante de una reacción total, y es la ruptura de las regiones separatistas.

Parece que una cosa que se presenta como un problema, pueda ser el inicio de una hipotética solución, y siempre pensando que sería, no por amor a la patria, si no por una pérdida de parcelas de poder por parte de los que viven de eso, y sólo para eso.

No nos esperan buenos tiempos, y el dejar que las cosas se pudran, no ayuda a rehacer todo el aparato del estado, por que esta situación no admite farmacología de bajo nivel, si no una cirugía profunda, con todo el peligro que eso comporta.

Es hora de que los partidos dejen de mariconear, y empiecen a sentir la nación, no sus intereses, será posible eso, o es pedir demasiado...? y sería empezando por la jefatura del estado, que como ejemplo no lo está haciendo como se podría esperar de ese estamento.