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El comercio no sube el IVA

El comercio no sube el IVA

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  El pequeño comercio es otro cantar. Pequeñas empresas, muchas de ellas que no tienen más empleados que los dueños y que negocian en peores condiciones con los proveedores cuentan hasta el último céntimo para sacar de cada venta el margen suficiente que la haga rentable.

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  Las ventas están paradas a pesar de los continuos descuentos y ahora, como puntilla, el IVA sube dos puntos. Algunas grandes superficies, que cuentan con economías de escala que les permiten hacer virguerías con el precio final, han decidido no traspasar a los consumidores el aumento de IVA que hoy 1 de julio entraba en vigor

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  El pequeño comercio parece dispuesto a aguantar el chaparrón mientras pueda. Subir los precios es un lujo que ahora, con muy pocas ventas y descuentos permanentes, no pueden permitirse. 

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  El centro de Madrid es el paraíso del pequeño comercio, sobre todo del especializado. En el Mercado de San Miguel, uno de los más antiguos de la capital y hoy abarrotado de turistas que, más que comprar, se hacen fotos junto a sus puestos, losprecios siguen siendo los de ayer en todos los comercios consultados. 

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  El sentir de los comerciantes es que no les va a quedar “más remedio que apechugar con la subida según están las cosas”.

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  En este mercado, dirigido a un segmento medio-alto de consumidores no creen que se note más de lo “que ya se ha notado” porque, “aquí vendemos exquisiteces, que es lo primero que se quita la gente cuando anda floja de dinero”.

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Prácticamente todos los comerciantes van a aguantar mientras puedan la subida. “A ver, yo el género lo he comprado con el IVA anterior así que todavía no lo voy a subir, luego ya veremos”, asegura un carnicero.

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   “Mira”, me comentan en una pescadería “lo peor que podían hacer era esto, poner las cosas más caras, así si la gente ya compraba poco ahora va a comprar menos”.

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   Unas cuantas manzanas más abajo, el Mercado de la Cebadaes menos elitista, atiende al barrio de la Latina desde tiempos inmemoriales y guarda el sabor de los mercados de toda la vida con sus colas, sus vecinas que se conocen y se guardan la vez. Allí el ánimo es más pesimista.

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  El horno no está para bollos en la calle pero el comercio, a diferencia de los políticos, está dispuesto a hacer el sacrificio y ajustarse. En la última tienda que visito una de las dependientas, muy joven, me pregunta “¿y esto lo han hecho porque han gastado más de lo que tenían?, ¿no es así?”. Es así.

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