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Muere David Horowitz, el líder de la izquierda estudiantil de los 60 que se pasó a la derecha

Nos ha dejado a los 86 años quien fuera uno de los principales intelectuales de la Nueva Izquierda de los 60, que abandonó horrorizado por un crimen.

Nos ha dejado a los 86 años quien fuera uno de los principales intelectuales de la Nueva Izquierda de los 60, que abandonó horrorizado por un crimen.
David Horowitz dando una conferencia en el CPAC de 2011 en Washington, D.C. | Flickr/CC/Gage Skidmore

Este martes el mundo perdió a David Joel Horowitz, un coloso del activismo conservador norteamericano cuya vida fue un testimonio de coraje, transformación y lucha incansable por la verdad. Nacido el 10 de enero de 1939 en Queens, Nueva York, Horowitz falleció a los 86 años tras una larga lucha contra el cáncer, dejando un legado que resonará en las mentes de quienes valoran la libertad individual, el rigor intelectual y la resistencia frente a las ideologías totalitarias.

Horowitz no fue un hombre de medias tintas. Su trayectoria, marcada por una metamorfosis ideológica singular, lo llevó de ser uno de los principales líderes intelectuales de la Nueva Izquierda en los años 60, cuando su figura empequeñecía a colegas como Noam Chomsky, a convertirse en uno de los más firmes defensores de las ideas de la derecha norteamericana: "Los fracasos revolucionarios del siglo XX han demostrado la sabiduría de los fundadores de Estados Unidos y validaron sus principios propiedad privada, derechos individuales y un Estado limitado", escribió, confesando que sintió su cambio ideológico como un "regreso a casa".

Hijo de maestros judíos comunistas, Horowitz abrazó inicialmente el marxismo, trabajando en la revista Ramparts. Sus escritos de entonces ayudaron a consolidar la idea de que el foco del marxismo debía moverse de la clase obrera, demasiado aburguesada para la revolución, a otros grupos como las feministas o los negros, a quienes consideraba la nueva vanguardia revolucionaria en Estados Unidos.

En consecuencia, colaboró con figuras como Huey P. Newton, el líder de los Panteras Negras. Sin embargo, cuando su colega en la revista Betty Van Patter fue asesinada en 1974 y sus investigaciones le llevaron a la conclusión, luego ampliamente confirmada, de que el crimen era responsabilidad de las Panteras Negras, con quienes le había puesto en contacto. Fue entonces cuando se empezó a alejar de la izquierda radical, pero no fue hasta la siguiente década en que completó su viraje ideológico hacia la derecha, que narró con crudeza en su autobiografía publicada en 1996 Radical Son: A Generational Odyssey.

En un revelador pasaje de sus memorias, Horowitz relata cómo, caminando por una librería, pensó al pasar por la sección dedicada a la religión que anda que no había literatura malgastada en una mentira. Al llegar a su destino, los libros sobre marxismo, un pensamiento fugaz pasó por su mente: "¿Y si el marxismo fuese también una mentira?". Al contemplar la mera posibilidad de que la base de su identidad y su activismo pudiera ser falsa, sintió una oleada de vértigo, como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. Aunque este momento, casi físico en su intensidad, tuviera lugar años antes de cambiar su visión del mundo, explica la dificultad personal que para él tuvo alejarse de la izquierda como lo hizo.

Como fundador del David Horowitz Freedom Center, editor de FrontPage Magazine y creador de Discover the Networks, Horowitz dedicó décadas a desenmascarar las falacias de la izquierda progresista. Su afilada pluma abordó sin tomar prisioneros temas como el islamismo, el antisemitismo, la defensa de Israel y la supresión de la libertad académica en favor de la imposición de los dogmas progresistas, mucho antes de que el movimiento woke colocara este problema en primer plano de la actualidad.

Algunas de sus columnas fueron publicadas en Libertad Digital, donde aprendimos sobre la judeofobia de medios como el Huffington Post hasta las vergüenzas de figuras como Jimmy Carter. Su "carta de derechos académica" buscó combatir la hegemonía ideológica en las universidades dos décadas antes de que Donald Trump empezara a apretarles las tuercas a grandes instituciones como Columbia o Harvard por muchas de las mismas razones por las que Horowitz las condenaba.

David Horowitz tuvo una enorme influencia sobre varias generaciones de intelectuales de la derecha norteamericana. Uno de sus pupilos, Stephen Miller, es ahora una de las figuras más influyentes en la administración de Donald Trump. Fue crucial sobre todo durante unos años en los que la derecha norteamericana padeció su particular "invierno mediático". Trabajador incansable, terminó su último libro poco antes de su fallecimiento y publicó su último artículo hace dos semanas.

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