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Miles de vecinos limpian Hamburgo de los destrozos de la extrema izquierda

Brigadas de limpieza formadas por ciudadanos limpian las calles de Hamburgo de la suciedad y destrozos. 

Las autoridades alemanas defendieron hoy la actuación policial durante los disturbios contra el G-20 en Hamburgo y condenaron la brutalidad de la extrema izquierda mientras aumentan las críticas hacia el plan de seguridad diseñado, que no ha permitido, según esos comentarios, garantizar la protección de los ciudadanos.

El ministro de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel, y el alcalde de Hamburgo, Olaf Scholz, coincidieron en condenar la actuación de elementos violentos del espectro izquierdista.

Al mismo tiempo expresaron su reconocimiento a las fuerzas de seguridad, visiblemente desbordadas por la situación y con la misión aparente de concentrarse en garantizar la protección de los asistentes a la cumbre, más que en velar por la de los ciudadanos, según subrayan las voces críticas.

Sobre todo las autoridades de la ciudad alemana están siendo blanco de los reproches por haber subestimado el potencial violento que emanaba de los manifestantes radicales.

El responsable de Interior en Hamburgo, Andy Grote, subrayó hoy que el plan de seguridad elaborado para la cumbre reunía los conocimientos y la experiencia de todas las fuerzas de seguridad en Alemania, con el objetivo de que se pudiera celebrar con garantías, "lo que se ha logrado", afirmó.

En su opinión, la policía también fue capaz de "manejar las numerosas situaciones creadas en torno a las manifestaciones", pero reconoció que los agentes tuvieron que enfrentarse a "actos violentos de criminales sin escrúpulos" que, según Grote, "no eran posibles de prever en esta forma".

Pidió comprensión a los ciudadanos por el hecho de que la policía procediera "con demora" contra los daños materiales y saqueos y justificó esta dilación con la necesidad de "evaluar cuidadosamente" la situación para no poner en peligro la vida de los agentes, que tuvieron que esperar a que llegaran refuerzos de una unidad especial antiterrorista para hacer frente a una "emboscada armada".

El alcalde de Hamburgo, que tras la primera noche disturbios llamó a los violentos a "poner fin a sus acciones y retirarse", reconoció hoy que en materia de seguridad las cosas no habían funcionado tal y como se había esperado. "Si no tiene ningún plan de cómo quiere evitar en un futuro la violencia de la extrema izquierda, entonces tendrá que renunciar", dijo, por su parte, el presidente del Sindicato de la Policía Alemana, Rainer Wendt, en declaraciones a una emisora.

Agregó que la zona del Schanzenviertel –epicentro de los disturbios– hace tiempo que se ha convertido en "un espacio sin ley".

Por su parte, el presidente de la policía de Hamburgo, Ralf Martin Meyer, aludió al hecho de que los más de 20.000 agentes desplegados tuvieron que ocuparse de velar por la seguridad de la cumbre, de sus participantes –más de 5.000–, de las numerosas manifestaciones y de la protección de los ciudadanos.

Dijo estar "orgulloso" de haber podido garantizar la seguridad de la cumbre a pesar de los "elementos perturbadores", pero al mismo tiempo dijo sentirse abatido por no haber logrado velar por la protección de los ciudadanos, no haber podido evitar daños materiales y haber tenido que lamentar policías heridos.

El responsable del operativo policía durante el G-20, Hartmut Dudde, precisó que el balance provisional de policías heridos desde el 22 de junio y hasta hoy asciende a 476, y agregó que se efectuaron 186 detenciones y 225 arrestos temporales, además de dictarse 27 órdenes de detención.

En tanto, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, el primer político de alto rango que había anunciado su presencia en el Schanzenviertel para conocer la situación de primera mano –visita que tuvo que ser cancelada por razones de seguridad– defendió, a pesar de los disturbios, que Hamburgo acogiera la cumbre.

"Si un país democráticamente consolidado como Alemania ya no es capaz de convocar a invitados internacionales (...), entonces lo que peligra no es sólo una conferencia, sino que en esencia dejamos en manos de unos pocos delincuentes violentos y brutales como los que hemos visto aquí en Hamburgo la decisión y elección de lo que puede celebrarse o no en Alemania", dijo.

En tanto, el ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, señaló que los violentos de Hamburgo "no se diferencian para nada de los neonazis" y que "todo esto no tiene nada que ver con 'razones de la izquierda'", al tiempo que lamentó que la imagen internacional de Alemania se vaya a ver "gravemente afectada" por lo ocurrido.

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