
Mientras en España la Ley Trans consolida la autodeterminación de género, el Reino Unido continúa con su particular desescalada y, muy especialmente, en todo aquello que tiene que ver con los menores, la población más vulnerable. En esta línea, el Sistema Nacional de Salud (NHS) se prepara ya para empezar a hacer pruebas de autismo y TDAH a todos los niños que se consideren trans, ya que, tal y como apuntan numerosos estudios internacionales, este tipo de trastornos podrían estar detrás de la disforia de género que muchos adolescentes dicen padecer.
Entre ellos se encuentra precisamente el informe que el NHS encargó en 2020 a la doctora Hilary Cass para realizar una evaluación independiente sobre los resultados de los servicios de identidad de género para niños y adolescentes. Tras años de exhaustivos análisis, el ya bautizado como Informe Cass reveló que, efectivamente, el TDAH y, sobre todo, el autismo, era desproporcionadamente frecuente entre niños y jóvenes con disforia, algo que en España ya apuntan desde hace tiempo prestigiosos psiquiatras como Celso Arango.
Precisamente por eso, según The Telegraph, los nuevos planes de salud obligarán a todas las clínicas a realizar pruebas de detección de trastornos del desarrollo neurológico a todos los menores que soliciten sus servicios. Además, los médicos también evaluarán la salud mental de cada niño, su relación con su familia y su desarrollo sexual, incluyendo si experimenta atracción por personas del mismo sexo. Si esto ha sido un problema previo, los médicos deben considerar si el niño estuvo expuesto a adversidades y traumas.
El plan del NHS
Las nuevas directrices se publicarán próximamente para consulta pública antes de su implementación a finales de este año y serán utilizadas por clínicas de género infantil establecidas en Londres y Manchester. Tras el estudio, un equipo multidisciplinar de expertos, que incluye un consultor especializado en trastornos del desarrollo neurológico, elaborará un plan de tratamiento para cada persona en función de su diagnóstico.
Según la guía, si el cribado identifica la presencia de alguno de ellos, se considerará la derivación del menor al Servicio de Neurodesarrollo Pediátrico o al Servicio de TEA Pediátrico. En estos casos, el equipo médico deberá determinar si los síntomas del niño se deben al autismo o si también necesita tratamiento independiente para la disforia de género. Además, se establece que cada seis meses podrán ser reevaluados.
Disforia y autismo
Las tasas de disforia de género en menores de 18 años han aumentado en el Reino Unido de 0,14 por 10.000 personas en 2011 a 4,4 por 10.000 en 2021, con especial incidencia en niñas adolescentes. Al mismo tiempo, según apunta The Telegraph, los diagnósticos de autismo han crecido considerablemente en los últimos años y el profesor Michael Craig, director clínico de la Unidad Nacional de Autismo del NHS entre 2007 y 2023, desveló que la mitad de los pacientes atendidos en la conocida y polémica clínica Tavistock presentaban autismo tras las sesiones de observación.
Ambas realidades confluyen así en el informe Cass, donde se relaciona directamente el aumento de adolescentes con problemas de identidad de género, ideación suicida y autolesiones con casos de autismo no diagnosticado, que a menudo pasa desapercibido en las niñas adolescentes. Así, uno de los estudios reveló que las personas transgénero tenían entre tres y seis veces más probabilidades de ser autistas que las personas sin este trastorno.
La advertencia de Arango en España
En nuestro país, el prestigioso psiquiatra Celso Arango, Director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental, y jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Gregorio Marañón ya apuntó en esta línea hace tres años, en pleno debate a propósito de la Ley Trans.
"Lo que tenemos que detectar son esos casos en los que una persona, por una crisis de personalidad en la adolescencia o por un cuadro de depresión, de autismo, de alto funcionamiento o lo que sea, un día de repente se levanta por la mañana diciendo que es trans, cuando realmente no lo es —advertía en una entrevista concedida a Libertad Digital—. Esperemos un tiempo y evaluemos, porque dentro de una semana igual nos dice que menuda tontería estaba diciendo, igual que cuando se levanta diciendo que se quiere matar. Pues igual a la semana siguiente, si se le da el tratamiento que necesita para su cuadro depresivo, ya no se quiere matar, ¿no?".
Arango subrayaba, además, la importancia de valorar esta posibilidad ya no solamente de cara a la llamada transición social, sino a tratamientos hormonales con consecuencias irreversibles. "¿Y qué es lo que estamos viendo? Pues que, pasado un año, dos o tres, se arrepienten y dicen ‘pues resulta que no era esto lo que me pasaba, debe ser otra cosa, porque sigo igual o estoy peor incluso’. El problema es que esto es irreversible y entonces tienen una doble carga, y esto no lo podemos permitir", advertía.


