
"Estamos hablando del mayor secuestro de niños desde la Segunda Guerra Mundial". Así de rotunda se ha mostrado Olga Tarnovska, traductora, profesora y comunicadora ucraniana, en una entrevista concedida a Es la Mañana de Federico de esRadio, donde ha denunciado el secuestro de más de 20.000 menores ucranianos por parte de las autoridades rusas desde el inicio de la invasión.
"Rusia tiene en su poder a casi 20.000 niños. Muchos fueron raptados de orfanatos, guarderías o directamente de sus hogares en zonas ocupadas. Se los llevan a 136 centros de adoctrinamiento donde se les cambia el nombre, la fecha de nacimiento, y se les obliga a olvidar su origen. Es una forma de genocidio", ha explicado Tarnovska, que vive cerca de Kiev y sufre a diario los bombardeos rusos.
Según datos oficiales, solo 1.434 niños han logrado ser devueltos a Ucrania, mientras que el resto permanece en paradero desconocido, integrados en familias rusas o institucionalizados en condiciones opacas. "Son niños absolutamente indefensos en manos del gobierno ruso, que los utiliza como trofeo, como parte del botín de guerra. Les dan pasaportes rusos y los borran de nuestra historia".
Niños como trofeos de guerra
La entrevistada ha confirmado es esRadio que muchas de las devoluciones han sido posibles sólo cuando los niños eran mayores y conservaban algún vínculo familiar que permitiera rastrearlos. "Hay niños que han vuelto tras años. Algunos, como los últimos once, eran hermanos: el mayor tenía 17, el pequeño apenas 7", ha detallado.
Tarnovska ha citado el trabajo de la Universidad de Yale, que colabora en el seguimiento de estos casos y denuncia el cambio sistemático de identidades por parte de las autoridades rusas. "Es imposible rastrear a un niño cuando le cambian el nombre y la fecha de nacimiento. Se vuelve invisible, y eso lo saben muy bien los rusos".
Un país bajo el fuego y una infancia rota
Desde su localidad cercana a Kiev, Olga ha narrado cómo el día a día se ha convertido en un ejercicio de resistencia y trauma continuo. "Nos lanzan más de 600 drones por la noche. Son kamikazes. Uno solo puede destruir un edificio. La gente vuelve a bajar a los refugios, y los niños ya no conocen una vida sin sirenas ni carreras al búnker".
La situación ha obligado a trasladar colegios a estaciones de metro o seguir las clases en línea. "El golpe psicológico es brutal. Estos niños no viven una infancia normal. Y lo peor es que muchos necesitarán rehabilitación psicológica cuando esto acabe, si acaba", ha advertido.
"Elegí quedarme para contarlo"
Tarnovska, que pudo abandonar el país en los primeros meses de la invasión, decidió quedarse. Desde su canal de YouTube documenta la guerra "desde dentro", con rigor y compromiso personal. "Es mi forma de apoyar a los que hemos decidido quedarnos a luchar. Creemos en la victoria, creemos que la libertad y la justicia vencerán".
Olga ha concluido con un mensaje firme: "Nos han robado tierras, fábricas, y ahora nos roban a los niños. El mundo tiene que reaccionar, porque esto no es solo una guerra, es un crimen contra el futuro de Ucrania".
