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Del 'hermana yo sí te creo' a vocero de un presunto maltratador: 'El País' entrevista a Alberto Fernández

El expresidente argentino admite "violencia verbal": "Los cuatro años de convivencia en Olivos estuvieron plagados de peleas" y eran "violentas".

El expresidente argentino admite "violencia verbal": "Los cuatro años de convivencia en Olivos estuvieron plagados de peleas" y eran "violentas".
Alberto Fernández en 2023 | Cordon Press

El expresidente de la República Argentina, Alberto Fernández, intenta defenderse en las páginas del diario El País de las acusaciones de maltrato físico después de que su expareja, Fabiola Yáñez, lo denunciara por violencia de género y "terror psicológico". Pesa sobre él una orden de alejamiento. Las dos imágenes que fueron filtradas hace una semana y son espeluznantes.

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Cuando se le pregunta qué pasó en la foto "del ojo", responde: "Se lo voy a contar a los jueces" y "no tengo la menor idea de cuándo fue". Se justifica: "En muchas ocasiones he pasado por situaciones casi de asfixia personal por las circunstancias que me tocaba vivir". Sobre el moratón en el brazo: "Francamente, no lo logro entender". Desliza "en un caso conozco perfectamente cómo ocurrió y no tiene que ver con golpes míos". Se le escapa: "Si no se hubiese secuestrado ese teléfono (el de su secretaria, investigado por un caso de corrupción) no estaríamos hablando de estas cosas". Estas cosas. Niega que viera las fotografías de las agresiones "nunca llegaron a mi conocimiento por ningún medio".

El País presume de que es la primera entrevista desde "que estalló el escándalo". Sorprende que sea en un medio español, donde reside su expareja. En la charla Fernández confirma el maltrato. Titula El País: "Alberto Fernández admite que las discusiones con Fabiola Yáñez fueron frecuentes y pudo haber violencia verbal" nunca "física". Relata que "los cuatro años de convivencia en Olivos estuvieron plagados de peleas" y eran "violentas". Se excusa de nuevo, la actitud era "mutua". Debe ser que los gritos y los insultos producen reacciones en la piel solo en uno de los implicados... Los abanderados de la salud mental voceros de un maltratador.

El diario de Prisa comienza la entrevista victimizando al expresidente, "ha pasado los últimos días encerrado en su departamento" con "las cortinas corridas para evitar que los drones puedan captar alguna imagen" de él. ¿Quién es el acosado? Eso sí, aclara el texto que está en "una torre de lujo en el barro de Puerto Madero". El País intenta justificar la charla-blanqueo diciendo que solicitaron "hablar con Fernández antes de que se difundieran las dos fotos de Yáñez con un ojo morado y un brazo con moretones".

El argentino acusa a terceras personas: "alguien la incentivó a denunciarlo", cosa que sería lo lógico, de eso se trata, para eso están los teléfonos de ayuda a las víctimas. Es curioso que los periodistas valoran a continuación su respuesta, "es común en los hombres acusados de violencia machista, la negación de la denuncia y tratar con condescendencia a la denunciante al sugerir que no fue ella quien decidió iniciar acciones judiciales".

Fernández se victimiza constantemente

Sufre amnesia repentina y no recuerda "el día que Yáñez le recriminó que llevase tres días golpeándola ni cómo los chats y fotografías que parecen incriminarlo llegaron al teléfono de su secretaria privada". Esta fue la conversación:

"Esto no funciona así, todo el tiempo me golpeas. No puedo dejar que me hagas esto cuando yo no te hice nada. Y todo lo que trato de hacer con la mente centrada es defenderte y vos me golpeas físicamente. Venís golpeándome hace 3 días seguidos".

Le contesta su expareja:

"Me cuesta respirar. Por favor pará. Me siento muy mal".

Le preguntan por "si ese chat existió" y asegura: "No lo sé, porque de mi celular desaparecieron todos los chats del 2022 y del 2023 con Fabiola. No lo sé, pero no los tengo. Los chats con Fabiola desaparecieron". Reconoce que "me golpeaste tres días seguidos" es una frase "inequívoca" pero que "no es cierta". Con su vaga memoria asegura: "Es muy posible que me haya sentido así en ciertas circunstancias porque me sentía sofocado y agobiado".

Durante toda la entrevista el mandatario argentino muestra como un damnificado: "Si hubo violencia verbal yo también lo padecí. Uno cuando se enoja dice muchas cosas y puede ser ofensivo".

Es una constante en toda la charla, además de la negación de la violencia física el recurso a los problemas de convivencia: "Lo que sí digo es que en nuestros años de convivencia hubo momentos en los que sufrí muchas situaciones que me tocaron vivir y no se las quiero atribuir a Fabiola".

Una defensa basada en la "¿adicción?"

Dice El País "en su relato aparecen estereotipos que se escuchan muchas veces para negar la violencia de género, como que se cayó o que sufre algún problema de adicción". Y recoge a continuación estas declaraciones: "Por eso, porque es un tema muy delicado que directamente afecta a la mamá de mi hijo, por encima de cualquier diferencia yo quiero preservar su integridad". ¿Qué está insinuando?

El expresidente confía en que "la desmontará en los tribunales" porque tiene "muchos testimonios de gente que ha visto cómo fue la vida en Olivos en esa época", "muy difícil", "lo que voy a hacer es esperar".

Las leyes de género de la Argentina peronista son similares a las españolas. Reconoce "sé que en casos como éste la carga de la prueba se invierte y el hombre es presumido culpable y tiene que probar su inocencia. Yo la voy a probar". El diario añade "el argumento de la inversión de la carga de la prueba, que no se aplica, es uno de los más habituales tanto de agresores como de sus abogados defensores". También cabe preguntarse, ¿otro hombre en sus mismas circunstancias no habría ya dormido en el calabozo?

Con esta entrevista El País podría haber vulnerado la orden judicial de alejamiento absoluto de Fabiola. Según la opinión de expertos, el diario estaría colaborando en el acoso al publicarse en la misma ciudad donde vive ella, ahora bajo protección.

Se ilustra el reportaje con una imagen de él de el viernes más delgado, vestido con una chaqueta que le queda grande, con gesto grave y ojeroso. Se cuenta "la causa contra él avanza a gran velocidad. Horas después de la charla, la Policía allanó su departamento y e incautó su teléfono celular".

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