
El régimen de Nicolás Maduro ha anunciado el despliegue de 4,5 millones de milicianos en todo el país, en lo que presenta como un supuesto "plan de paz" para garantizar la "tranquilidad y la soberanía", en palabras del tirano.
En la práctica es una medida de fuerza contra la oposición creciente en Venezuela y sitúa al país más cerca de un conflicto civil. El hartazgo ha envalentonado a la oposición que llegó a imponerse en las últimas elecciones, pese a que el régimen de Maduro decidió robarlas, y eso que las actas certificaban la victoria de Edmundo González y así lo reconocieron los observadores internacionales.
Durante una reunión televisada con gobernadores y alcaldes afines, Maduro detalló que la operación se llevará a cabo "palmo a palmo", con milicias "preparadas, activadas y armadas" en todos los sectores, incluidas fábricas, centros de trabajo y zonas rurales. El líder bolivariano insistió en convertir a Venezuela en un país "inexpugnable", en un discurso plagado de referencias bélicas que contrasta con la profunda crisis económica y social que atraviesa la población.
El anuncio llega apenas días después de que EEUU duplicara la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro, hasta situarla en 50 millones de dólares. Washington lo vincula directamente al narcotráfico internacional: la DEA ha incautado más de 30 toneladas de cocaína relacionadas con la red de Maduro y sus colaboradores, además de bienes por valor de 700 millones de dólares.
Mientras el oficialismo recurre a la intimidación y a la fuerza paramilitar para perpetuarse en el poder, la oposición democrática, encabezada por María Corina Machado, denuncia que estas medidas son una amenaza directa contra los venezolanos y un intento desesperado de blindarse frente a la presión ciudadana e internacional. Machado insiste en que el país necesita instituciones libres, no ejércitos paralelos, para recuperar la democracia y poner fin a un régimen que ha sumido a Venezuela en la pobreza y la represión.
