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Liu Xiaobo: fragmentos de su Elegía Política

En la muerte del disidente chino, galardonado con el Nobel, reproducimos algunas de las claves de su pensamiento. 

En la muerte del disidente chino, galardonado con el Nobel, reproducimos algunas de las claves de su pensamiento. 
La viuda y el hermano menor de Liu Xiaobo esparciendo sus cenizas en el mar bajo vigilancia del régimen | EFE

El disidente chino y Nobel de la Paz Liu Xiaobo ha muerto este jueves en un hospital bajo vigilancia policial. Encarcelado en varias ocasiones y convertido en símbolo de la oposición china, recopilamos algunos fragmentos de su Elegía Política, publicada por la editorial Kailas en Elegías del 4 de junio.

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"En realidad, la estancia en prisión para mí, para los activistas que trabajan contra un sistema autoritario, no es algo de lo que alardear, es un honor necesario al vivir a merced de un régimen inhumano, donde hay pocas opciones para los individuos excepto la resistencia. Puesto que la resistencia es una opción, la encarcelación es simplemente parte de esta elección: la inevitable vocación como traidores de un estado totalitario, así como un campesino debe ir al campo, o un estudiante debe leer libros. Puesto que la resistencia es una opción para descender a los infiernos, uno no debe quejarse de la oscuridad."

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"Durante una estancia en prisión de tres años, mi mujer hizo treinta y ocho viajes desde Beijing a Dalian para verme, y en dieciocho de esas ocasiones no pudo realmente aguantar verme frente a frente y rápidamente dejó algunas cosas y se apresuró de vuelta. Atrapada en una gélida soledad, incapaz de preservar la mínima cantidad de privacidad cuando era seguida y espiada, esperó sin descanso y luchó sin descanso, con su cabello encaneciéndose en su perseverancia nocturna. Estoy castigado por la dictadura en forma de prisión; castigo a mi familia al crear una prisión informe alrededor de sus corazones.

Este es un tipo de crueldad totalitaria donde el derramamiento de sangre pasa desapercibido —y en China es especialmente cruel y severo—. Desde el momento en que se inició la reforma agraria en la década de los 50 («supresión de contrarrevolucionarios», «remodelación ideológica» mediante las campañas de los Tres Anti / Cinco Anti, la Alianza Antipartido de Gao-Rao, los Grupos Antipartido Hu Feng, «purgando contrarrevolucionarios», «la transformación socialista de la industria y el comercio», el Movimiento Antiderechista), de los 60 a los 70 (Movimiento de Cuatro Limpiezas, el Movimiento para la Educación Socialista, la Revolución Cultural, «criticando el Viento desviacionista derechista de anular veredictos», el Movimiento Cinco de Abril) después a lo largo de los 80 y los 90 (la Campaña anticontaminación espiritual, la Campaña Contra la Liberalización, el Movimiento Cuatro de Junio, «suprimir el Partido Demócrata y todos los demás disidentes», «Aplicar mano dura contra Falun Gong y todas las organizaciones no gubernamentales»), cincuenta años han pasado: China crece en tamaño con una población de 1.900 millones y, sin embargo, es casi imposible encontrar una familia intacta. Maridos y mujeres divididos; padres e hijos convertidos en enemigos; amigos traicionándose unos a otros; un disidente intenta implicar a un grupo de inocentes; un individuo encarcelado por mantener diferentes perspectivas políticas —entre familiares y amigos debemos soportar un acoso ilegal por parte de la policía—."

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"Una vez, hace mucho tiempo, hice una declaración excesiva sobre «trescientos años de colonización». Hoy me inclino por la «occidentalización exhaustiva», entendiendo «occidentalización» como humanización: tratar a las personas como a seres humanos. Ya que en China, en el pasado y en el presente, el gobierno nunca ha tratado a sus ciudadanos como a seres humanos, hasta el punto que las gentes de China deben experimentar la servidumbre de «haz el favor de no llamarme humano» de Wang Shou para saber cómo vivir. Y la supuesta intelectualidad china es, en su mayor parte, conspiradora y cómplice del dictador."

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"Mi mujer y yo somos los más agraciados por esta víspera del milenio —el aniversario del Cuatro de Junio (Tienanmen, 1989)— que estará grabada en nuestras memorias por el resto de nuestras vidas. Por supuesto que esa noche no fue extraordinariamente significativa para nosotros, siendo una entre incontables noches y, sin embargo, poseída por el amargo dolor de la tumba que continúa confrontando la memoria de los espíritus que han partido. Los vivos deberían, realmente, cerrar sus bocas y dejar hablar a las tumbas; dejar a las almas de los muertos enseñar a los vivos lo que significa vivir, lo que significa morir, lo que significa estar muerto pero todavía vivo."

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