
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha resurgido en la agenda pública tras varios días desaparecida durante la firma del cupo catalán. Un hecho que el Partido Popular, de la mano de su líder Alberto Núñez Feijóo, reprochó al considerar que si un miembro del Gobierno se siente "orgulloso" con este acuerdo con los socios separatistas de Pedro Sánchez, no se "oculta", afeando que no asistiera a Barcelona este lunes.
"Ya les digo yo que cuando esté desplegado el modelo de financiación Andalucía saldrá claramente beneficiada. Nunca permitiría, al frente de mi responsabilidad, que una comunidad autónoma como Andalucía saliera perjudicada", ha asegurado desde Málaga la vicepresidenta y también candidata del PSOE a la Junta, en unas declaraciones que anticipan el arranque de un nuevo ciclo electoral que comenzaría en Andalucía y continuaría en Castilla y León.
De esta forma, Montero intenta hacer equilibrismos, en pleno desplome del PSOE andaluz según las encuestas, para evitar admitir que la financiación singular pactada entre el Gobierno y la Generalidad genera una evidente desigualdad entre territorios. Lo justifica escudándose en la ambigüedad del documento: "A mí me parece muy importante que se pueda opinar de aquello que se firma, de lo que se acuerda y de lo que se lee, no de lo que cada uno se inventa", ha señalado acusando al Partido Popular de difundir "bulos" y "mentiras" para desprestigiar el acuerdo. Un discurso que recuerda al utilizado por el Ejecutivo en los primeros compases de las investigaciones por corrupción que acabaron salpicando al ex secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, actualmente en prisión.
"Mientras haya un socialista al frente de Moncloa, nunca jamás se van a permitir privilegios de un territorio contra otro y se garantiza la solidaridad", ha asegurado Montero, pese a que el propio Gobierno acaba de pactar con los independentistas catalanes la creación de una Hacienda propia, rompiendo de facto la caja común, con el único objetivo de afianzar a sus socios en un momento de extrema debilidad. Una estrategia que también se repitió con el PNV, a través de la operación Talgo.

