
El pasado lunes, en su balance de ecuador de legislatura, Pedro Sánchez no se limitó a enfatizar su intención de agotar la legislatura, o de presumir, como es habitual, de un desempeño económico extraordinario y casi único en el mundo (por mucho que se dé de bruces con la realidad que reflejan los datos). No. Además, quiso presumir de un desempeño en el Gobierno que asombra al mundo y para hacerlo, citó algunos medios de comunicación extranjeros.
Una maniobra propagandística torpe si tenemos en cuenta que esos mismos medios que citó y otros muchos llevan meses y años cargando contra su Gobierno y evidenciando la debilidad de un presidente cercado por la corrupción y unos socios que le apoyan a golpe de cesiones.
Sólo en lo que llevamos de verano, han sido varias las cabeceras internacionales que han amargado el desayuno a Sánchez en Moncloa. El último de ellos, el semanario The Economist, quien el pasado sábado publicaba un artículo titulado "Sánchez lucha por su vida política" en el que evidenciaba la debilidad de Sánchez y los múltiples casos de corrupción que cercan ya no a su gobierno, sino también a su persona.
"Sacudido por escándalos de corrupción, el primer ministro español está ahora a merced de los acontecimientos y de sus volubles aliados", dice el semanario quien recuerda, entre otros casos, el de Santos Cerdán, "que fue encarcelado acusado de aceptar al menos 620.000 euros en sobornos en contratos de obras públicas", puntualiza The Economist, y "peor aún", añade, el "predecesor de Cerdán en el Cargo, José Luis Ábalos, también se enfrenta a un juicio ante el Tribunal Supremo por corrupción".
Al menos, el presidente debería respirar tranquilo de que el semanario no recuerde a sus lectores que algunas de las acusaciones que pesan sobre Ábalos pasa por enchufar a prostitutas a cobrar sueldos en empresas públicas sin necesidad de acudir al puesto de trabajo, o repartirse prostitutas con su asesor Koldo, como quien mira un carta de cócteles en un Pub.
Aunque "ni su partido ni sus socios parlamentarios le han obligado a dimitir, ahora vive con los días contados, a merced de los acontecimientos. A dos años de las próximas elecciones, "el Gobierno es un pato cojo", admite un alto cargo socialista", cuenta esta publicación.
Sánchez hacía referencia a titulares de prensa internacional como The Washington Post, para reforzar lo que considera que es una muy buena imagen exterior de nuestro país, como un vergel económico y de oportunidades, sin embargo, ese mismo rotativo, como ha hecho ya en varias ocasiones The Economist, Daily Telegraph o The Times (que se refirió a él como "el galgo de Paiporta" y "señor Teflón"), se refirió a "telenovela" los famosos días de reflexión que se tomó Sánchez cuando los titulares acorralaban a su mujer, Begoña Gómez, por tráfico de influencias en el rescate de Air Europa y su famosa cátedra en la Complutense.
En su artículo del pasado sábado, The Economist sostiene que si Sánchez es capaz e mantener el poder todavía es únicamente al miedo a que llegue la ultraderecha, algo que estaría superado a juzgar por los resultados de las últimas encuestas.
Otros diarios, como Político, muy seguido en en Bruselas, se refería a Sánchez como "el villano de la OTAN" por negarse a incrementar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB.
También es muy reciente el artículo de Daily Telegraph que se hacía eco del apagón que sufrió España el 28 de abril. El artículo, durísimo con el Ejecutivo, decía que la "fe" en que el Gobierno dé una explicación creíble se acaba, afirma que Sánchez está "tratando de ganar tiempo" con lo dicho hasta ahora y sostiene que todo "huele a encubrimiento". Directamente acusaba al Gobierno de provocar el apagón por un "fallido experimento", en alusión a su decisión de hacer depender la generación eléctrica casi únicamente de energía fotovoltaica y eólica, y lo comparaba con Chernobyl.
Más recientemente el propio Telegraph se refería en otro artículo a la "pesadilla socialista española" y lo ponía como ejemplo de lo que el Reino Unido no debería hacer. En The Spectator hablaban este mes de julio de Pedro Sánchez como un líder que manipula instituciones democráticas y protege a su entorno bajo sospecha judicial. Además, le acusaba convertir la política española en un modelo de degradación institucional.
En definitiva, parece que esa fuerte imagen institucional de la que gozaba fuera de nuestras fronteras, según presumían sus defensores, se ha caído y nadie duda ya de qu ese trata de un presidente acorralado por la corrupción.

