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España no necesita este empleo

Crear muchos muchos empleos nuevos ya no es algo que se pueda relacionar con la eventual disminución del número de los desempleados.

Crear muchos muchos empleos nuevos ya no es algo que se pueda relacionar con la eventual disminución del número de los desempleados.
Un repartidor trabajando. | EFE

Observo que una buena noticia, esa de que España apenas ha creado cuatro mil empleos netos durante julio, es tratada con sombríos tintes de manifiesta preocupación por la prensa. Los españoles contemporáneos tenemos tan destrozado el cerebro por los efectos lisérgicos de ese discurso machacón que nos han repetido hasta la saciedad durante los últimos cuarenta años, el que sostiene la cantinela de que lo más necesario y beneficioso para el país consiste en crear muchos puestos de trabajo, que ya resultamos incapaces como sociedad de comprender lo evidente. ¿Y qué es lo evidente? Lo evidente es que hoy, a finales del primer cuarto del siglo XXI, crear muchos muchos empleos nuevos ya no es algo que se pueda relacionar con la eventual disminución del número de los desempleados.

Bien al contrario, la intrahistoria económica de España durante los últimos lustros certifica justo lo contrario, a saber: cuantos más empleos nuevos creamos, más tiende a cronificarse la cifra oficial de parados. Dicho de otro modo, nuestro país encarna la demostración empírica de que resulta perfectamente posible generar cientos de miles, incluso millones de empleos y, al mismo tiempo, condenar al desempleo permanente a otros cientos de miles de demandantes de trabajo. Por lo demás, nadie ignora a estas alturas cuál resulta ser la explicación lógica de esa aparente paradoja.

España crea empleos ex novo destinados a inmigrantes magrebíes que se muestren dispuestos a recoger melones en Torre Pacheco a cambio –en el mejor de los casos– del salario mínimo y, a la vez, exporta médicos, ingenieros, arquitectos e informáticos al resto del mundo. Importamos pobreza y subdesarrollo en cantidades industriales y nos desprendemos de nuestras fuentes futuras de riqueza, también en volúmenes al por mayor. Y a eso le llamamos crecimiento y progreso. La izquierda no tiene remedio ni cura, así que nada cabe esperar de ella. Pero si el PP tampoco logra entender las consecuencias políticas que acabará acarreando el seguir con este modelo productivo, el de convertirnos en la gran agencia de empleo para África, lo que nos espera es un Trump español.

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