Son las dos alternativas para los llamados a la función de gobernar. En definitiva, gobernación es la acción y efecto de gobernar, entendiendo con la R.A.E. que, gobernar es "Dirigir un país o una colectividad política".
Lo que no admite discusión es que, para gobernar un país o una colectividad política, se requiere un proyecto que, expuesto a tales comunidades, éstas presten su conformidad a priori, y que aprueben o censuren a posteriori, según el resultado, la propia acción llevada a término por quien gobierna.
El proyecto, es el nexo de unión, de identificación y de coherencia, que su definición por los miembros del gobierno, al momento de su presentación, y de la colectividad mediante el voto favorable en sede parlamentaria, del que el gobierno dará cuenta pública de fiel cumplimiento, avalada por los resultados obtenidos.
Estamos hablando de sistemas políticos democráticos, con una clara división de poderes: un poder legislativo representativo de la comunidad ˗ que ostenta la voluntad política de la misma˗; un poder ejecutivo que formula y lleva a término los proyectos aprobados, sometiéndose al juicio ex post de las Cámaras legislativas sobre su acción gubernativa; un poder judicial que dirimirá cuantos conflictos puedan plantearse en la acción de gobierno, tanto ad intra como ad extra.
La línea entre cumplimiento y caos por su incumplimiento, es de ordinario muy sutil, aunque no cabe ignorarla. Consideración especial merecen los casos de elusión del proceso presupuestario ˗ formulación, presentación y, en su caso, aprobación o rechazo por las Cámaras ˗.
Eludir la formulación del Presupuesto, implica, de suyo, renunciar a la Política Económica, Financiera y Fiscal, del que aquél es el instrumento definitorio más cualificado. Es en el Presupuesto, donde se concretan los objetivos prioritarios, en sus tres dimensiones, por lo que, su elusión, presupone la apertura al caos.
Los signos del caos, son diversos y se hacen visibles en el examen más superficial. A modo de ejemplo: a) aumento de la Deuda Pública en 30.000 millones de euros en el mes de junio pasado, una constante en los gobiernos de Sánchez; b) cómo gastar en asesores ˗ amiguismo ˗ un 82% más que Rajoy; c) los fijos discontinuos, tan ridiculizado por EUROSTAT, supera ya los 830.000 desempleados; d) además, no menos del 46% de parados, llevan en esa situación más de un año; e) pese al Ingreso Mínimo Vital (IMV), España ocupa el segundo puesto ˗ después de Bulgaria ˗, con el mayor porcentaje de menores de 18 años, en riesgo de pobreza o exclusión social en 2024, con un 34,6%, es decir 2,7 millones de niños ˗ superior a 2023 y 2022 ˗.
El caos se evidencia también, en: f) la organización interna de la Administración, retrasando dos años la apertura a la competencia del monopolio RENFE ˗ en Cercanías, Media Distancia y Avant ˗ retrasándola de 2026 a 2028, pese a las presiones de la CNMC; g) o en los 69 millones de euros devueltos a los contribuyentes, por el gravamen temporal energético, recaudado tras su derogación.
Si esto no es suficiente caos, añádase improvisación y corrupción.

