
Hoy Sánchez lleva al Consejo de Ministros uno de los movimientos más peligrosos de nuestra democracia: una oferta de impago de deuda pública para las comunidades autónomas.
Nadie en su sano juicio ofertaría a una administración pública un impago de deuda. Solamente un modelo con ambiciones autoritarias y sin ninguna intención de respetar la democracia liberal que nos dimos los países más avanzados en el siglo pasado podría hacerlo de una manera tan descarada, impúdica y manipuladora.
Lo hace, además, con total impunidad y haciendo públicas una serie de cuestiones que son, sencillamente, falacias. Veamos 5 razones por las cuales la quita de deuda es una bomba de relojería que, de facto, acaba con el Estado de las autonomías que nos dimos en el ’78.
1. No es una quita de deuda
Es un reparto injusto y arbitrario. Lo primero que debemos hacer al hablar de este tema es no caer en el marco mental del sanchismo. Los 87.000 millones de euros que van a pasar hoy por el Consejo de Ministros es deuda que vamos a soportar todos los españoles. O, dicho de otra manera: Es despilfarro en embajadas, ingeniería social o propaganda que vienen haciendo varios presidentes fundamentalmente independentistas y socialistas y que ahora vamos a pagar entre todos.
En el argot financiero, a esta operación (que la deuda pública cambie de manos y se diluya en un ente administrativo superior) se le denomina "mutualización" de la deuda pública.
Si esto sale adelante, las obligaciones de pago asociada a esos 87.000 millones de euros van a seguir estando pendientes, solamente que será el Gobierno central el que tenga que subir impuestos al español medio, y no los gobiernos autonómicos responsables de ese gasto.
2. Saca a las CCAA de los mercados
El segundo elemento que debemos asegurar para salir del falseamiento que pretende llevar a cabo el sanchismo es el de una España de vencedores y vencidos con la quita de deuda.
Sencillamente, es mentira que ninguna comunidad autónoma salga favorecida con esta medida. Ni a Cataluña ni a Andalucía les beneficia lo que se va a aprobar hoy. Hay comunidades más desfavorecidas (como por ejemplo Madrid, o País Vasco), y hay regiones menos desfavorecidas. Pero todos perdemos.
La razón es evidente: Una quita de deuda nunca favorece al deudor. Y lo que se va a llevar al Congreso de los Diputados es una quita de deuda de las administraciones autonómicas que se adhieran a esta propuesta.
Nadie presta dinero a quien no paga sus deudas. Las regiones que hagan impago al Gobierno central saldrán durante un tiempo largo de los mercados financieros internacionales, y eso supone una dependencia total y absoluta del Fondo de Liquidez Autonómica.
3. No sale gratis
España asumirá 15.600 millones de euros más en coste de la deuda. Tampoco es cierto que esta operación sea inocua para el contribuyente medio español. El impacto directo de esta medida es que cada madrileño tendrá 500 euros más de deuda pública nacional, mientras que cada catalán tendrá 410 menos.
La deuda cambia de manos, ya lo hemos explicado. Pero, además, también incrementa el coste de la deuda para el conjunto nacional. Pongamos cifras a esto:
- La vida media de la deuda FLA es a 8,5 años. El tipo de interés de la deuda del Tesoro a ese plazo en febrero del año 2022 se sitúo en 3,50%
- El Tesoro se financió a ese plazo a ese tipo en febrero del 2022 para financiar a las comunidades autónomas que están en FLA. Esas regiones le pagaban a Tesoro el mismo tipo de interés que el Tesoro conseguía con su financiación es decir un 3,5%. Es decir, el impacto era neutro para las cuentas públicas.
Con la condonación de deuda esa carga de intereses la asumirá el Estado. El importe de la condonación es de 83.252 millones de euros. El tipo de interés de la deuda pública es del 2,2%.
El gasto financiero del Estado por lo tanto el déficit se va a elevar en 1.840 millones cada año. Esto por 8,5 años son 15.600 millones, que es lo que le va costar al Estado la condonación de deuda en el mejor de los casos.
Debemos tener en cuenta, además, que ya ha habido varias agencias de ráting que han advertido de que la mutualización de la deuda podría conllevar una reducción de la calificación crediticia de nuestro país. Y eso supone más coste por la deuda, y un efecto cascada que afecta negativamente a las pocas comunidades autónomas que permanezcan en los mercados.
Para que todo el mundo lo entienda: Si a España le bajan el rating, no solo va a tener que pagar más por su deuda, si no que también se lo van a bajar automáticamente a regiones como Madrid, por lo que también se encarecerá la deuda autonómica.
4. Se abandona la objetividad y la multilateralidad
Nadie sabe de dónde salen los 87.000 millones de euros, ni su reparto entre comunidades autónomas. Expertos de todo el mundo ya han advertido de que no existe fórmula matemática que respalde los cálculos del gobierno, y todo parece indicar que las cuantías se han hecho por puro cálculo electoral.
O, dicho de otra manera: Si votas PSOE o Sánchez te necesita para mantenerse en Moncloa, eres de los menos desfavorecidos. Si estás al otro lado del muro, te vas a caer con todo el equipo. Tú, y tus hijos.
El Consejo de Política Fiscal y Financiera, o las fórmulas objetivas son conceptos que, al parecer, se van a dejar para las democracias liberales que dentro de poco nos parecerán un tiempo pasado.
5. Somete a las CCAA al poder del Gobierno central
Como consecuencia de lo anterior, el multilateralismo queda reemplazado por el vasallaje. No importa si gestionas bien o mal. No importa si cumples las normas o no. No importa si hay ley alguna que justifique tus actos. Lo único importante es no criticar al líder supremo y, a poder ser, que te necesite para alguno de sus planes de poder.
El multilateralismo y el estado de las autonomías bajo el paraguas de la Constitución quedan sometidos al vasallaje y al culto al Presidente del Gobierno.
Unas comunidades autónomas sin autonomía financiera, sin acceso a los mercados y sin normas claras para su financiación no son más que instrumentos de poder al servicio del Sanchismo. Justo lo que la Constitución pretendía finiquitar.
España cada vez se parece más a las autocracias hispanoamericanas. Cada vez que hablo con inversores o empresarios argentinos hay un tema que sale de forma recurrente: "Si el Gobierno de Milei lo está haciendo tan bien y la evolución de Argentina es buena, ¿cómo puede ser que la inversión no fluya al país?". La respuesta es muy sencilla: Nadie quiere invertir en un país que expropió uno de los mayores yacimientos de petróleo en 2012 (Vaca Muerta) y en la pupila de todo el mundo persiste la terrible imagen de los diputados argentinos aplaudiendo uno de los múltiples impagos de deuda que ha hecho el país en las últimas décadas. Porque la confianza de los mercados, una vez que se pierde, cuesta mucho recuperarla.
Los políticos responsables que aún quedan en Europa están mandando un mensaje claro: Cuidado con lo que pueda pasar en un futuro no muy lejano con la deuda. Ahí están los planes de ajuste de Reino Unido o de Francia, o la preocupación por la sostenibilidad de las pensiones de Alemania. Sánchez decide ir en dirección contraria, seguir despilfarrando y ejercer el populismo más kirchnerista de nuestra historia en materia fiscal. Lo pagaremos.
