Festín recaudatorio en la Seguridad Social a costa del esfuerzo de los trabajadores, empresas, y autónomos del país. Hasta agosto, los ingresos por cotizaciones sociales se han incrementado un 6,8% si los comparamos con el mismo periodo del año pasado. En concreto, la recaudación alcanzó los 117.248 millones de euros, lo que supone 7.507 millones más que el año anterior.
Dentro de esta subida de cotizaciones, hay una partida que destaca sobre el resto. Se trata de los ingresos correspondientes al Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), un instrumento en vigor desde el 1 de enero de 2023 y que se ha disparado un 32,5% interanual, hasta llegar a los 3.237 millones de euros.
Golpe a las nóminas
Cabe recordar que el MEI surge tras las reforma de pensiones del Gobierno del año 2023, que está basada en subir impuestos sin reducir ni un euro del gasto del sistema. Entre los diferentes golpes fiscales a la economía productiva de esta norma se encuentra el MEI, que sube las cotizaciones cada vez más cada año a los más de 21 millones de trabajadores y empresas del país.
La excusa del Ejecutivo de Sánchez para llevar a cabo este castigo al trabajo es llenar la hucha de las pensiones para hacer frente a la oleada de jubilaciones masivas del baby boom en la que ya estamos inmersos.
Más de 40.000 millones en transferencias
Así, el Gobierno está ingresando desde 2023 lo que recauda a través del MEI en el exiguo Fondo de Reserva (la hucha). Sin embargo, la intención de llenar esta hucha sólo tendrá un efecto cosmético, ya que desde hace muchos años el problema principal de la Seguridad Social es que las cotizaciones no alcanzan para cubrir el gasto en pensiones, por lo que el sistema se tiene que financiar una parte cada vez mayor con cargo a los Presupuestos del Estado. Tanto es así, que las transferencias recibidas por la Seguridad Social ascienden a 40.011 millones hasta agosto, lo que supone un aumento interanual del 16,2%.
A pesar de que el Gobierno se niega a admitir esta insostenibilidad, estamos ante una auténtica bomba de relojería para el futuro de las pensiones públicas, un sistema donde cada vez hay más jubilados, donde estos cada vez cobran más y donde cada vez nacen menos niños. No es negacionismo, son matemáticas.

