
Tras los "criptobros" y los "fachavales", la izquierda ha acuñado un nuevo término con el cual expresar su rechazo a la economía de mercado, la libertad de empresa y la búsqueda del beneficio económico: los "inmobros", que serían aquellas personas que, gracias a las oportunidades que ofrecen las nuevas plataformas digitales, estarían invirtiendo en el mercado de la vivienda. Así lo explica la expolítica Alejandra Jacinto en un artículo publicado en Público, el cual defiende que estos inversores, aunque no gestionen grandes carteras de activos, logran producir un efecto "devastador" en el mercado inmobiliario.
Esta ocurrencia parece haber gustado entre los activistas de extrema izquierda sobre vivienda. En concreto, Javier Gil, quien se hizo popular por su defensa de la intervención sobre el mercado de la vivienda, ha compartido en redes sociales el artículo de Alejandra Jacinto incluyendo una definición del término propuesta por la expolítica: "mezcla de influencer inmobiliario y bróker de barrio que promueve la idea de que cualquiera puede hacerse rico si compra pisos baratos y los alquila por habitaciones", subrayando, además, que "no gestionan grandes patrimonios, pero su efecto agregado es devastador".
"inmobros": mezcla de influencer inmobiliario y bróker de barrio que promueve la idea de que cualquiera puede hacerse rico si compra pisos baratos y los alquilar por habitaciones.
No gestionan grandes patrimonios, pero su efecto agregado es devastador.
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— Javier Gil (@Gil_JavierGil) October 7, 2025
Para Alejandra Jacinto resulta vergonzoso que los ciudadanos puedan acceder a la inversión inmobiliaria a través de Internet, porque supone que con ello se suma un factor más en este sector que produce alzas aún mayores de los precios de los inmuebles. "La vivienda es una necesidad básica, un derecho sine qua non para el ejercicio del resto de derechos, condición básica para la vida y, sin embargo, ni provista ni garantizada por parte de los poderes públicos", denuncia la expolítica, que explica que "de esa contradicción, el capital viene nutriéndose en las últimas décadas" y asegura que, de este modo, la vivienda se ha convertido en un activo financiero.
El análisis de Alejandra Jacinto
Según Jacinto, el origen de la crisis de la vivienda lo encontramos a principios de los años 2000, "con una banca desbocada que concedía hipotecas sin apenas garantías, alentada por el Gobierno de José María Aznar, que fomentó la compra como una vía de acceso a la vivienda". Sin embargo, lo cierto es que, aunque un gobierno determinado pueda estar interesado en dinamizar la actividad económica impulsando el consumo, en este caso el problema de fondo radicó en la política monetaria –que a principios de los 2000 pasó a manos del BCE tras un período de convergencia con las reglas fiscales exigidas para entrar en el euro–, puesto que fue el bajo nivel de tipos de interés lo que terminó provocando una burbuja inmobiliaria.
En cualquier caso, el segundo paso que condujo a la actual crisis de la vivienda, según la expolítica de Podemos, se dio con "el aterrizaje de las SOCIMIS, impulsado por jugosos beneficios fiscales, fomentados tanto por el Gobierno de Zapatero como por el de Rajoy", lo cual, sostiene, "abrió la puerta al modelo de grandes inversiones inmobiliarias". Una vez más, Jacinto decide poner el foco sobre las empresas y los inversores, cuando son factores estructurales del mercado inmobiliario español, marcado por un excesivo intervencionismo y control del suelo que ejerce el Estado, lo que ha resultado en la situación que se vive actualmente.
En este sentido, tal es el nivel de desconocimiento o demagogia que demuestra Alejandra Jacinto en su análisis que llega a afirmar que "el aterrizaje de fondos buitre como Blackstone y otros actores financieros globales... lanzó un inequívoco mensaje: nuestro país es un lugar seguro en el que obtener rentabilidad a través de la inversión en vivienda". ¡Qué vergüenza que el mercado inmobiliario garantice grandes rentabilidades en nuestro país!
Asimismo, cree la expolítica que, con la modificación de la Ley de Arrendamientos Urbanos en el año 2013, "surgieron operadores como Servahabitat o Solvia, gestores de grandes carteras inmobiliarias que operan, en la actualidad, como intermediarios entre los fondos real estate, los bancos y los mercados con el objetivo de mantener el valor de los activos y garantizar la rentabilidad, desahucios mediante". A este respecto, Jacinto asegura que "buena nota de ello tomó el rentismo tradicional, que comenzó a profundizar en prácticas especulativas y aumentó, de forma exponencial, las prácticas abusivas a través de inmobiliarias".
Ahora, dice Jacinto, el problema se encuentra en los pequeños inversores, que acceden al mercado inmobiliario gracias a las plataformas de inversión que han surgido en Internet. "Con la popularización de las herramientas digitales, las plataformas de alquiler y los canales de formación financiera ha emergido una nueva fauna de pequeños inversores... de rentistas aspiracionales que se han lanzado al negocio del alquiler como una forma de ingreso pasivo", a quienes denomina "inmobros", que según la expolítica de Sumar son "una mezcla de influencer inmobiliario y bróker de barrio que promueve la idea de que cualquiera puede hacerse rico si compra pisos baratos (...), los reforma con poco dinero y los alquila o los subarrienda por temporada, por habitaciones o los destina al alquiler vacacional para así obtener márgenes exorbitantes".
La izquierda no entiende el mercado
En realidad, Alejandra Jacinto es un ejemplo más de la verdadera relación que mantiene la izquierda con la ciencia económica: no comprenden cómo funciona el mercado ni la función empresarial. Por ello, para la izquierda invertir o lucrarse gracias al mercado de la vivienda es algo rechazable, porque suponen que la economía es un juego de suma cero y suponen que, si el propietario o inversor gana, es a costa del resto de la sociedad. Sin embargo, lo cierto es que la rentabilidad de un activo o un bien económico determinado indica lo valorado que es por las personas que componen ese mercado. Si alguien logra beneficiarse económicamente de esto es porque está satisfaciendo las necesidades del mercado.
Lo hemos explicado en Libre Mercado en innumerables ocasiones: la crisis del mercado de la vivienda es resultado del intervencionismo gubernamental sobre el sector inmobiliario y el control del suelo que ejerce el Estado, que impide la construcción de nuevos inmuebles para atender las necesidades de la sociedad y desincentiva la oferta de viviendas para el alquiler. El resultado de todo ello es que la oferta de alquiler se reduce, la demanda sigue aumentando, la presión del mercado se dispara y los precios no dejan de subir.


