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El PIB per cápita español ya está un 33% por debajo de los países más adelantados de Europa

Fedea alerta también del total estancamiento de la productividad, cuyo aumento anual es de apenas un 0,6%.

Fedea alerta también del total estancamiento de la productividad, cuyo aumento anual es de apenas un 0,6%.
Un empleado de hostelería. | EFE

El nuevo Observatorio sobre el Ciclo Económico publicado por Fedea confirma que el PIB por persona en edad de trabajar ha superado en tres décimas su tendencia histórica en el segundo trimestre de 2025. Se trata de un triste hito que supone regresar a los niveles de crecimiento potencial observados antes de la pandemia con un rezago de cuatro años y medio.

Además, el informe matiza esta circunstancia con un diagnóstico poco complaciente acerca de la productividad, una métrica que no solamente continúa estancada sino que se distancia cada vez más de las economías europeas más avanzadas, con todo lo que ello supone para el crecimiento y los salarios.

Productividad estancada

La fotografía que dibuja Fedea es elocuente. La productividad por hora trabajada apenas ha avanzado un 3% desde 2019. Esto significa que el ritmo de aumento anual alcanza un nivel ridículo, de apenas un 0,6% por ejercicio durante los cuatro años y medio que se han analizado.

Peor aún, la productividad por ocupado y por equivalente a tiempo completo sigue aún por debajo de niveles prepandemia, lo que evidencia que el mercado laboral no está creando el valor añadido suficiente como para lograr una mejora en estos indicadores clave.

De hecho, en el primer semestre de 2025, todo el crecimiento del PIB por persona en edad de trabajar se derivó de la productividad por hora, mientras que las horas trabajadas por persona aportaron prácticamente cero (e, incluso en algunos períodos, restaron crecimiento).

Crecimiento impulsado por la demanda

El documento subraya además que la expansión del PIB sigue sin venir de mejoras del lado de la oferta, sino que permanece anclada en factores transitorios que están más ligados al consumo y al crédito. En el segundo trimestre de 2025, los shocks de demanda aportaron 1,8 puntos de crecimiento, mientras que los de oferta no solamente no dejaron más actividad, sino que detrajeron 1,1 puntos de la producción.

Dicho de otro modo: la economía crece a base de gasto, no porque el tejido empresarial produzca mejor. En los márgenes salariales y el crédito a empresas hay algunas señales positivas, pero dichos brotes verdes quedan arrasados por el retroceso preocupante de la productividad total de los factores y el lastre persistente del capital residencial.

Un mercado laboral con debilidades ocultas

El mercado laboral, pese a su aparente fortaleza, también muestra matices importantes. La tasa de paro se mueve en torno al 10,6%, niveles no vistos desde 2008, y la tasa de vacantes se mantiene cerca del 0,6%, señal de tensión. Pero esta mejora en empleo convive con un problema estructural: más gente trabaja, pero sin que eso se traduzca en ganancias claras de eficiencia, y con una creciente presencia de contratos discontinuos y a tiempo parcial que explican parte del estancamiento en productividad por ocupado.

Todo ello teniendo en cuenta, además, que en torno al 90% de la caída del paro es puro maquillaje estadístico, como ya demostró Fedea en un informe anterior y como ha vuelto a poner de manifiesto en otro trabajo el Instituto Juan de Mariana.

España se aleja de Europa

A todo ello se suma un problema comparativo ineludible. En la última década y media, la brecha del PIB por persona en edad de trabajar que separa a España de la UE-8 (Austria, Alemania, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Países Bajos y Suecia) ha crecido de 28 a 33 puntos porcentuales. En la misma línea, la distancia en productividad por hora trabajada ha crecido 5,5 puntos. Y, mientras los socios europeos han logrado elevar su tasa de actividad, España permanece estancada en dicha variable, donde ya se muestra un desfase de nueve puntos.

El único elemento que compensa parcialmente este retraso es que en España se trabajan más horas por empleado. Pero ahí llega la advertencia: reducir horas sin mejorar productividad ni tasa de empleo ampliaría aún más el diferencial con Europa. Trabajar menos no hará que España produzca mejor, y el informe remarca que no existe evidencia sólida de que la reducción de jornada per se genere aumentos automáticos de productividad.

Un crecimiento sin base sólida

El resultado, pues, es claro: España sigue sin resolver los nudos que frenan su salto de productividad. Una economía que depende de la demanda, del crédito y del aumento poblacional —impulsado por la inmigración, con 600.000 nuevos residentes foráneos solamente en 2025— puede avanzar el tamaño de su PIB a corto plazo, pero no está cimentando un crecimiento sostenido en sus indicadores de renta y bienestar.

El informe sintetiza la situación sin ambages: muchos indicadores apenas rebasan las cotas previas a la pandemia y, peor aún, los problemas estructurales siguen intactos, si acaso no se agravan.

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