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EEUU y Canadá abandonan el titanio ruso con más velocidad que una Europa que avanza con mayor lentitud

Aunque las compras al conglomerado ruso VSMPO han ido a menos, líderes como Macron han evitado que el ajuste sea mayor.

Aunque las compras al conglomerado ruso VSMPO han ido a menos, líderes como Macron han evitado que el ajuste sea mayor.
Titanio. | Pixabay/CC/NOLIFRIT

En el nuevo escenario de guerra económica que acompaña al conflicto armado por la invasión rusa de Ucrania, el titanio se ha convertido en una de las materias primas más estratégicas del globo. Su papel esencial en la industria aeroespacial, militar y tecnológica ha elevado la presión sobre las cadenas de suministro globales, generando una feroz competencia por asegurar fuentes fiables y reduciendo el margen de maniobra de países que, como Rusia, dependían de su posición dominante para mantener influencia económica y geopolítica.

Antes del estallido de la guerra, Rusia producía la tercera parte del titanio consumido a nivel global a través de VSMPO-Avisma, una empresa encabezada por el magnate Mijaíl Shelkov que está participada en un 25% por Rostec, brazo inversor del Kremlin que quedó sujeto a sanciones por parte de las instituciones europeas en 2014, a raíz de la invasión de Crimea, y vio reforzadas estas medidas en 2022, cuando Putin amplió el alcance de su campaña bélica en suelo ucraniano.

Los datos muestran que, antes de la incursión militar lanzada por el Kremlin, VSMPO-Avisma despachaba en torno a 32.000 toneladas de titanio. Desde entonces, los datos divulgados por el analista Martin Banks en EU Political Report acreditan que las ventas anuales de titanio han caído al entorno de las 17.000 toneladas. Asimismo, los términos bajo los cuales se negocian esas ventas también se han depauperado, puesto que las exportaciones a Estados Unidos han caído a niveles casi inexistentes, a medida que importadores de referencia como Boeing han reducido sustancialmente sus compras de titanio a Rusia.

Diversificación de cadenas de suministro

Según el Wall Street Journal, este desarrollo de nuevas cadenas de suministro va en línea con un esfuerzo que arrancó originalmente en 2014, tras la invasión rusa de Crimea. Hasta 2022, alrededor de un tercio de las compras de Boeing procedían de la empresa de Shelkov. Sin embargo, este porcentaje ha caído a plomo desde entonces, de manera coherente con la posición geopolítica sostenida por Washington, que pretende aislar económicamente a Rusia como castigo por su agresión militar a Ucrania.

Boeing ha pagado el precio de prescindir del titanio ruso. Su acción cotizaba a 176 dólares cuando anunció en marzo de 2022 que rescindía este tipo de compras, pero cayó a apenas 120 dólares en cuestión de dos meses. Sin embargo, la diversificación de fuentes impulsada por Estados Unidos ha ayudado a que la compañía reorganice su cadena de suministro y, de hecho, los títulos de Boeing volvieron a superar el umbral de los 176 dólares en noviembre de 2022, manteniéndose en la actualidad en cotas cercanas a los 180 dólares por acción.

Para llevar a más la presión sobre la industria rusa del titanio, Canadá anunció en 2022 una serie de sanciones contra el titanio ruso y toda su cadena de valor. A partir de esta decisión del país norteamericano, ninguna persona o empresa canadiense puede hacer negocios o entablar cualquier tipo de relaciones comerciales con la compañía. Las sanciones fueron ampliadas en 2025, golpeando de forma directa a Mijaíl Shelkov, quien ha quedado inscrito a título particular en la lista de personas sancionadas publicada en septiembre de este mismo año.

¿Qué ha hecho Europa? Aunque Bruselas insiste en tomar medidas para aislar a Rusia, Reuters ha publicado que la adopción de sanciones contra VSMPO-Avisma no ha salido adelante por el papel que ha jugado el presidente francés Emmanuel Macron, quien incluso habría llegado al extremo de presionar al gobierno canadiense para evitar el endurecimiento de las medidas contra la compañía rusa.

Europa enfrenta, pues, un evidente dilema en su relación geopolítica y económica con Rusia. Por un lado, la retórica oficial sigue insistiendo en la necesidad de bloquear las relaciones comerciales con Moscú; por otro lado, la práctica política revela que socios clave de la UE, como Francia, se han resistido a la hora de impulsar medidas clave para frenar la entrada de dinero en la economía rusa y, con ello, minar su capacidad de seguir librando la guerra en Ucrania.

Pese a la lentitud con la que se están tomando estas decisiones, las compras europeas de titanio a VSMPO-Avisma ya muestran un retroceso sostenido: cayeron alrededor de un 20 % en 2023 y volvieron a reducirse en una proporción similar en 2024, con previsiones que apuntan a otra contracción durante 2025. Mientras la guerra prosigue, aumenta la urgencia de que las economías occidentales reduzcan su dependencia de materias primas estratégicas procedentes de Rusia.

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