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Qué comprar y cuánto gastar: cinco claves para resolver la pregunta más complicada de cada Navidad

¿Hay un punto de equilibrio perfecto para gastar sin derrochar? ¿Para disfrutar sin levantarse al día siguiente sin mala conciencia?

¿Hay un punto de equilibrio perfecto para gastar sin derrochar? ¿Para disfrutar sin levantarse al día siguiente sin mala conciencia?
Mercadillo navideño en Madrid, en diciembre de 2025. | Cordon Press

La Navidad no va de comprar cosas y de gastar dinero. Pero es lógico que comprar cosas y gastar dinero sea parte de la Navidad. Y no es malo que lo sea. Queremos estar con los nuestros y compartir con ellos momentos alegres. Nos hace ilusión hacer un regalo y celebrar con una buena cena. Y sí, eso cuesta dinero (a veces, mucho).

¿Hay un punto de equilibrio perfecto para gastar sin derrochar? ¿Para disfrutar sin levantarse al día siguiente sin mala conciencia?

El mejor escritor de finanzas personales de la última década, Morgan Housel, publicaba hace unas semanas El arte de gastar dinero. Pequeñas decisiones para una vida más rica (Planeta). Como sus anteriores libros (La psicología del dinero y Lo que nunca cambia) es excelente. No es un tratado navideño; es decir, sus reglas sirven para cualquier momento de nuestras vidas; pero al mismo tiempo en pocos momentos del año sentimos que necesitamos una guía de este tipo como en estas fechas. Aquí van cinco claves interesantes, de las que podrían servirnos de brújula, para no perdernos entre ofertas, luces y obligaciones sociales.

0 – No hay reglas universales. La primera ni siquiera es una regla. Es más un recordatorio: no hay una forma buena de gastar-ahorrar-invertir. Ni para bien ni para mal. Ni debemos comprar algo porque "todos lo hacen", ni sentirnos mal por destinar nuestro dinero a un bien que la mayoría de nuestros vecinos consideren un capricho. Como dice Housel, "todos podemos emplear el dinero para que nos haga más felices. Pero no existe una fórmula universal sobre cómo hacerlo".

1 – Entre los dos extremos. "El mundo se divide a partes iguales entre los que no saben cómo empezar a gastarse el dinero y los que no saben cuándo parar". Parece ser que la cita es de Taleb y Housel la hace suya para ayudarnos a situarnos en algún punto intermedio entre dos extremos igualmente absurdos. El tópico nos habla del tipo que gana 10.000 euros al mes y apenas llega al día 25 (porque tiene tantas obligaciones que ni siquiera un sueldo muy elevado le sirve para vivir con desahogo); y esas historias, muy presentes en los libros de finanzas, sobre un empleado de gasolinera de Iowa, que vivía de forma muy humilde y del que se descubrió a su muerte que tenía una fortuna de 8 millones de dólares (uno piensa que para qué quería tanto dinero, si nunca se dio ni un capricho).

¿Alguna forma de resolverlo? Ninguna que nos sirva a todos. Quizás saber que existen esos dos tipos y estar atento para no caer en ninguno de ellos sea un primer paso.

2 – Siempre perderemos la lucha por el estatus. Una vez le leí a uno de mis escritores favoritos, Rory Sutherland, una reflexión que me pareció imbatible. Decía algo así como que comprarse un yate es siempre un juego en el que vas a perder. Porque cuanto más grande sea el barco, te vas a ver obligado a amarrarlo en un puerto o zona del puerto destinado a barcos más grandes. Es decir, siempre tendrás a tu lado a un tipo que tiene un yate mayor: más aparatoso, caro, lujoso…

De esto habla mucho también Housel. Cuando dice que la peor forma de gastar el dinero es la lucha por el estatus: como con el yate, siempre fracasaremos si es nuestro objetivo. Perderemos mucho tiempo y dedicaremos mucho esfuerzo a hacer cosas que quizás no nos gusten, pero que sentimos que necesitamos para lograr ese estatus. Como nos recuerda Housel: "He conocido a muchas personas a las que se les daba muy bien ganar dinero. Pero su capacidad para transformar ese dinero en una vida significativamente mejor dejaba mucho que desear".

3 – Extremo cuidado con la "deuda social". Éste es uno de los conceptos más interesantes que nos aporta Housel. La idea de que muchas veces gastamos porque sentimos que estamos obligados a hacerlo. ¿Obligados por quién? Por los que nos rodean: "Eres un reflejo de las tres o cuatro personas con las que más socializas".

De nuevo, un juego que no tenemos posibilidad de ganar. Y una forma segura de meternos en muchos problemas. Además, esto no sólo nace de nuestro círculo social, sino de gastos previos: esa casa que compras y que necesita un gasto mensual que no puedes permitirte, ese coche que te empuja a más gastos (de una plaza de garaje al mantenimiento), ese colegio para los niños que comienza siendo una cuota mensual asumible y termina suponiendo el doble (entre extraescolares, viajes a la nieve…)

4 – Gasta para vivir mejor. Es imposible que siempre respondamos bien a esta pregunta. Para empezar, porque no tiene una respuesta cerrada; y porque en ocasiones no valoramos bien lo que querremos en el futuro. Pero es interesante esa idea de Housel de qué estamos comprando cada vez que gastemos: es decir, ¿estamos usando el dinero "como una herramienta para una vida mejor"? ¿Nos arrepentiremos en el futuro si no compramos algo? ¿O nos arrepentiremos de hacerlo?

Y en esto, dos ideas interesantes: acostumbrarnos a los lujos es peligroso, porque acabamos sintiendo como necesidad lo que no lo es; y porque dejamos de disfrutarlos cuando damos por sentado que es lo normal: "Los caprichos o sorpresas ocasionales pueden generar más alegría que el lujo perpetuo. A menudo resulta una ventaja psicológica mayor rebajar tus expectativas que mejorar tus circunstancias. No sólo porque aprendes a vivir con menos, sino porque el placer de obtener algo inesperado aumenta más".

Eso sí, aquí yo defiendo una idea menos houseliana (el tipo es más bien ratilla, eso hay que decirlo): la reivindicación de la belleza, en una sociedad cada vez más atrapada por la fealdad-vulgaridad. De una buena prenda de vestir (buena, no de una marca determinada) a una comida con una gran materia prima o un mueble antiguo de calidad: muchas de las cosas que nos hacen mejores también son costosas. Como discriminar entre lo carísimo pero vulgar (esa camiseta que cuesta 200€ sólo por el logo tamaño XL; pagas un dineral por ser un hombre anuncio) y lo costoso pero que te recuerda las cosas buenas de la vida (haber viajado el año pasado para ver a Morante, y recordar lo que fue, será la inversión más barata que nunca hiciste).

5 – Lo más importante que el dinero puede comprar. Aquí sí me sumo al equipo de Housel sin contemplaciones: "Ahorrar para el futuro crea independencia financiera hoy". O, como le he leído en alguna otra ocasión, "la riqueza es dinero no gastado" (si te lo gastas, deja de ser riqueza-patrimonio y se convierte en un coche o un viaje).

Tener la libertad para decidir sobre tu tiempo. O dormir más tranquilo porque sabes que podrás hacer frente a un gasto inesperado o una mala noticia. No hay nada que mejore más tu vida que esa libertad/independencia que te da un patrimonio sólido. Y una advertencia, no caigamos en esta trampa: "Querían ganar más dinero para poder ser más felices. Pero el dinero les permitía comprar todo salvo la capacidad de no obsesionarse con el dinero, lo que les provocaba una ansiedad constante, que a su vez les generaba infelicidad".

Y volvemos al inicio. Ni hay una regla universal. Ni siempre acertaremos (quizás menos que nunca en estas fechas). Ya lo dice Housel, gastar bien no es una ciencia que podamos aprender; es un arte que debemos cultivar.

En Libre Mercado

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