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Madrid

La extrema izquierda acosa a los opositores cubanos en Madrid: "Las amenazas y las agresiones fueron en ascenso"

Disidentes del régimen comunista denuncian que son hostigados desde hace meses. El sábado les atacaron y "nadie de la izquierda" lo ha condenado.

El restaurante Apululu, un rincón de referencia para los cubanos en Madrid, fue atacado el pasado sábado (dejando varios heridos) por un grupo de energúmenos de la extrema izquierda, que hostiga a su dueño —Miguel Caballero— y las tres personas que trabajan con él desde hace meses. Su objetivo: echarles del Mercado de San Fernando, en pleno corazón de Lavapiés. Allí no hay cabida para los "fascistas". Eso son para ellos los opositores al régimen comunista.

Según relata el propietario del establecimiento para Libertad Digital, estos "fanáticos" les molestan prácticamente desde que se trasladaron al mercado, hace alrededor de un año. Pero, en este tiempo, la tensión ha ido en aumento. "Las amenazas, el boicot y las agresiones fueron en ascenso", asevera Miguel, "especialmente a partir de la celebración del primer aniversario del 11-J".

Aquel día, ellos celebraron con orgullo que un año antes el pueblo cubano acudió masivamente a las protestas pacíficas del 11 de julio de 2021 en Cuba, a sabiendas de que habría represalias. Un nutrido grupo de opositores al régimen, entre los que se encontraban artistas y gente de la cultura —como Yotuel—, se manifestaron por las calles de Madrid, en conmemoración del estallido social.

Alrededor de 200 de ellos se reunieron después en Apululu. Algo que —parece ser— molestó mucho a los amigos de la dictadura cubana, que se acercaron a increparles y agredirles en varios momentos de la jornada. El mercado se ha convertido en un "enclave de fanáticos de la izquierda, que romancean con el castro-comunismo y a los que les gusta la figura de Fidel Castro, y la del Ché", añade Lázaro Mireles.

Lázaro es trabajador del restaurante y presidente de Acciones por la Democracia, organización que lucha por el fin de la dictadura comunista y reivindica los derechos del pueblo cubano. Él sabe bien lo que es estar en el objetivo de estos energúmenos. El acoso que reciben los opositores al régimen en Madrid va más allá de las puertas del mercado y viene de personas que tienen "buenas relaciones con el consulado y la embajada".

Los opositores, en el punto de mira

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Publicidad falsa difundida por el barrio.

Desde que Apululu llegó al Mercado de San Fernando, el grupo de hostigadores ha hecho lo imposible para intentar que el establecimiento termine cerrando sus puertas y abriéndolas en otro sitio.

"Primero fueron pegando pegatinas, después fueron los grafitis, ya luego repartían publicidades falsas del restaurante por todo el barrio (para que vinieran clientes y se molestaran)... Todo está denunciado, pero aún así siguieron molestándonos", asegura Miguel.

De hecho, la situación no ha hecho más que empeorar. Les han estado llegando "amenazas de muerte por correo", incluso después de la agresión del pasado 8 de abril. La última dirigida al propio Lázaro, que la noche de los hechos no estaba en el restaurante. Por lo que se ve, se la tenían guardada. Los ataques "no han cesado" desde el aniversario del 11-J, que es cuando se produjo "el peor de los altercados".

"Celebrábamos la salida masiva del pueblo cubano a las calles, hicimos la marcha cerrando todo el Paseo del Prado y de ahí un grupo de gente nos fuimos al restaurante", explica. "El mercado tuvo que cerrar porque atacaron a las personas, atacaron a Yotuel... Hubo mucha agresión física, amenazas y hubo gente detenida". De hecho —cuenta— están "a la espera de juicio, por estos sucesos y otros posteriores de amenazas de muerte contra mi persona".

La situación que relata Lázaro es insostenible. "Esto es constante", asegura. Según nos indica, cuando sale de trabajar en el Apululu le persiguen por el mercado al grito de "fascistas, fuera". "Tengo bastantes videos y otras evidencias de todas estas cosas. Hay siete denuncias ya presentadas", comenta. De poco han servido a la vista de que el pasado sábado estos energúmenos volvieron a la carga.

El último ataque, al Apululu

"Los extremistas de la izquierda llevaban desde las dos de la tarde mirando y provocando hacia nosotros, diciéndonos cosas como fascistas o nazis... Pero ya a las diez de la noche, uno de ellos —que es además encargado de uno de los establecimientos— se acerca y coge a Miguel por el cuello y le intentaba pegar en el suelo", explica.

Sin embargo, el propietario de Apululu "logra resolver la situación sin violencia y el muchacho se va". Cual es su sorpresa cuando una hora más tarde "vuelve con un grupo de diez personas, que fueron después los atacantes". "Rodearon el local mientras gritaban: fascistas, fuera; fascistas, fuera". La consigna está clara. Aun así, uno de los camareros "intentó mediar y calmar la situación".

Pero ellos "saltan por la barra y empiezan a darle golpes en la cara". Lo siguiente fueron las sillas por el aire. "Empiezan a tirarlas, a romper las copas... La cosa termina con el muchacho ingresado en el hospital, Miguel con varias heridas en la cara, mucha sangre en el suelo, y el mercado cerrado". Una escena tremenda que —a pesar de todo— les anima a continuar abiertos.

"Ellos dicen que harán todo lo posible para que nosotros salgamos de allí, que seamos expulsados, porque atentamos contra el alineamiento ideológico del barrio y del propio mercado", asegura Lázaro, "pero no lo lograrán". "Nosotros pagamos todo lo que tenemos que pagar por estar ahí, tenemos todo el derecho y no van a conseguir que nos vayamos bajo ninguno de los conceptos", dice durante la charla con este periódico.

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Varias personas resultaron heridas el pasado sábado.

Algunos cubanos tienen miedo

A pesar de la determinación que expresan tanto Miguel como Lázaro, inevitablemente estas campañas de acoso terminan calando y teniendo sus consecuencias. Según relata el propietario del local, el último ataque lo acometió "un grupo de gente organizadísima que se sabía a lo que venía". Ha llegado a pensar que incluso estuvieran "pagados". Para ellos, el trasfondo ideológico es bastante evidente desde el principio.

Uno de los que promueve los hostigamientos es "de otro garito" y ha estado molestando a más personas del mercado que no son de su agrado (afines políticamente). "Arrancó de otro local una bandera de Ucrania" y fueron a increpar "a un señor (de otro puesto) que se ha retirado del Ejército y va a trabajar con boina porque le gusta".

Este es el clima en el que se ven obligados a levantar la persiana cada día, los comerciantes y hosteleros del mercado. No obstante, Miguel nunca pensó que la agresividad de los hostigadores llegaría tan lejos. "Ahora tengo empleados, tengo familiares, tengo amigos y clientes habituales que tienen temor a salir por allí, el barrio ya no es un lugar seguro", advierte.

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Lázaro Mireles y Miguel Caballero, en Apululu.

Otra lucha, en España

Pero si algo tiene claro el empresario cubano es que no va a permitir que nadie le mueva de donde está, después abandonarlo todo y dejar su país "en busca de un futuro" que en su amada isla era imposible. "Llegué a este país hace siete años con 300 euros en el bolsillo y lo único que hice desde entonces es trabajar 16 horas al día. Eso me permitió tener mi propio negocio y estar emprendiendo en otro, pero no voy a abandonar mi forma de pensar, ni voy a abandonar mi ideología, ni voy a dejar de cuidar a mi gente, a mi pueblo", asevera Miguel.

Por suerte para él, sus familiares más cercanos también han logrado salir de Cuba. "Mis hermanos se fueron a Estados Unidos y tengo a mis padres aquí -en España- conmigo, pudiera desentenderme hoy mismo por completo de mi país. Pero no lo hago. Y ese es también un mensaje que me gustaría que llegara a los cubanos, a mi pueblo. No me voy a olvidar". Tampoco lo va a hacer Lázaro, que sigue trabajando por los derechos de sus compatriotas desde Acciones por la Democracia.

Su lucha se libra ahora a ambos lados del Atlántico. "Lamentablemente, después de ser exiliado —por todo lo que he tenido que vivir en Cuba—, no tengo aquí la libertad de continuar mi vida con total normalidad", señala Lázaro. Él lleva diez años en España y sin poder volver a su país. "La dictadura no me deja entrar", exclama. "Mi padre murió y no pude ir a su a su entierro. Mi abuela murió y no pude ir a despedirme", recuerda con pesar.

"Me parece increíble que sea la izquierda, la que aboga siempre por los derechos y libertades, por la igualdad, la que perpetua este tipo de escenarios", añade. Se da la circunstancia de que ningún miembro de los partidos que la representan les ha mostrado su solidaridad, como sí han hecho distintos líderes del PP, Vox o Ciudadanos. "Nadie de la izquierda ha salido a condenar esta agresión", asegura. "Me parece bastante penoso y bastante triste".

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