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Aunque Rajoy "sí que le debe algo"

La mayoría del PP no quiere que Camps vuelva a la primera línea

Génova rechaza de plano su regreso a la Generalidad. Opciones: administración o embajada. Un "contento" Rajoy mantiene la incógnita.

Génova rechaza de plano su regreso a la Generalidad. Opciones: administración o embajada. Un "contento" Rajoy mantiene la incógnita.

Mariano Rajoy telefoneó a Francisco Camps poco después de que la Justicia le declarara inocente para darle la enhorabuena, para congratularse de que el calvario judicial hubiera llegado a su fin. El expresidente también recibió la llamada de María Dolores de Cospedal, la dama de hierro según le apodó el sector campista. Y, de nuevo, más felicitaciones, que hizo en nombre de todo el Partido Popular. Sin embargo, nada se habló del futuro político de quien, el pasado veintidós de mayo, ganó por amplia mayoría absoluta unas elecciones y poco después tuvo que tirar la toalla.

Públicamente, el arropo al que un día llegó a ser el delfín levantino es unánime, cerrado. En privado, los teléfonos no paran de sonar y vuelven los contubernios a los despachos. La exculpación judicial de un hombre quemado políticamente se antoja “un problema” para las más altas instancias del PP a nivel nacional, encima a las puertas de un congreso en el que se renuevan todos sus órganos.

“Cuando hay que tomar decisiones difíciles es cuando hay que dar la talla, es donde se conoce a la gente, y ahí es donde hemos conocido a Francisco Camps”, afirmó Rajoy, cuando, el pasado julio, dejaba la presidencia de la Generalidad en manos del marianista Alberto Fabra. “Tendrá futuro en la vida pública y privada”, remató el hoy presidente del Gobierno. Sus palabras resuenan hoy con fuerza.

En el PP son mayoría quienes creen que Camps, convencido de que ha sido objeto de una maquiavélica maniobra política contra él, aspira a regresar a la primera línea. Pero aún son más quienes apuestan porque no lo haga. “Mintió a Rajoy con descaro cuando dijo que expulsó a Ricardo Costa, por poner un ejemplo”, recordaba un miembro de la cúpula. Dos sentimientos al que unir un tercero: la impresión generalizada “es que el partido le debe algo, y él lo va a reclamar”.

Mientras Rajoy deshoja esta margarita a la que parecía que ya no le quedaban hojas, los cuadros del partido echan mano de argumentario. Y, en el día después, el apoyo fue cerrado, casi con fervor. “Y todo esto, ¿quién lo paga? La fiscalía ha perseguido a Camps por un tema muy menor”, aseguró Esteban González Pons, que le abrió la puerta al regreso “si así lo desea”. Al hilo, Cospedal afirmó que “siempre va a tener reservado un sitio en la política”.

La decisión judicial también sirvió de cañón de ataque, con diana en el PSOE. “Los que hablan de Camps debería decir algo”, destacó Javier Arenas, que se sumó a una catarata de cargos del PP que llamaron a pedir perdón públicamente. El veterano Pedro Sanz fue un paso más allá al denunciar que su homólogo durante tantos años “ha sido el chivo expiatorio del pimpampum socialista”.

“Lo único que lamento son los años de calvario que ha pasado nuestro compañero Paco, sin ningún motivo y sin ninguna justificación”, arguyó Ana Mato, que comparte el cargo de ministra y vicesecretaria de Comunicación. Su siempre defensora Rita Barberá le pide que “se dedique a descansar” y después entone su “derecho a reinventarse”.

De hecho, una de las bazas más preferibles para Génova es que, por un tiempo, Camps se alejara. Así se lo habría pedido su propia familia, cansada y muy afectada por tres años en el punto de mira. Pero, “es imprevisible”, por lo que pocos apuestan a que vaya a entrar por el aro.

Varias son las opciones que se le abren a Camps, aunque una suena con más fuerza que el resto. En Madrid son contundentes a la hora de descartar que vuelva a ocupar la presidencia del Gobierno valenciano. Su herencia económica se ha demostrado “comprometida” y Fabra cuenta “con el plácet” de Rajoy. “Tenemos tiempo para preguntarles de forma tranquila qué quiere hacer con su futuro y buscar la mejor solución”, se limitó a declarar el actual barón autonómico.

La segunda elección es que Camps se traslade a Madrid y Rajoy le busque hueco en la administración o el Senado. Un cargo que le de prestigio, que esté bien remunerado pero que no le enfrente permanentemente a los medios de comunicación. Sin embargo, nuevamente, hay un pero: el presidente, que ya no confía en él, no querría tenerle tan cerca.

Por último, está la posibilidad de nombrarle embajador de un país amable. Con honores, convirtiéndole en embajador del país y blindándole de cara a la opinión pública. Su familia “lo agradecería”, según un amigo. La Santa Sede es la más mentada en el partido, incluso entre miembros de la dirección. El motivo no es otro que su encendido perfil religioso, hasta el punto de que la Iglesia se convirtió en su refugio en los momentos más difíciles.

Un problema, una patata caliente, que le llega al presidente en plena gira internacional en busca de conseguir el peso que España se merece en la Unión Europea. Rajoy quiere tener en mente cómo sacar al país de la recesión, y no quiere distraerse. Sin embargo, en el PP creen que Camps se hará notar, que buscará la fotografía. Y tiene escenario y fecha: Congreso de Sevilla, los días 17, 18 y 19 de febrero.

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