Hay entrenadores a los que no les gusta ocupar el mismo banquillo más de dos años, a lo sumo tres; hay otros que no salen ni con aguarrás, que se marchan a punta de pistola y con un ejército de abogados. Héctor Cúper pertenece al primer grupo, a la categoría de "entrenadores silenciosos" que un día están y al siguiente desaparecen del mapa; a Javi Clemente, sin embargo, la Federación tuvo que echarle porque antes de irse por su propio pie estaba dispuesto a provocar un cisma.
Camacho nos sorprendió a todos el otro día; anunció que no seguiría tras el Mundial del año 2002 y se quedó tan pancho. Es una postura inteligente. Camacho tiene más conchas que un galápago, sorteó como futbolista una lesión que habría acabado con cualquiera, y sabe que en este fútbol uno puede ganar o perder, pero no se puede permitir el lujo de aburrir. El banquillo, como las 625 líneas del televisor, achicharra con una rapidez endiablada. Uno tiene que saber estar y detectar el instante adecuado para coger las maletas.
Si España no hace algo realmente sorprendente en Japón-Corea, Camacho habrá sido un seleccionador más. Es verdad que nuestro equipo nacional no ha hecho nunca nada reseñable, salvo aquella lejanísima Eurocopa contra la pérfida Unión Soviética, pero seguro que recordaremos el paso de José Antonio como una inyección de aire fresco.
Nunca he comulgado con el fútbol que preconiza Clemente. Es tan sencillo como esto: me aburro viendo a sus equipos, soy un puro bostezo. Pero el verdadero problema de Clemente no fueron sus tácticas sino que no supo despedirse con elegancia; le faltó "savoir-faire", convirtió en una cuestión de Estado (recuerdo al ministro del ramo opinando sobre el famoso Javi) un asunto tan nimio como ese.
Camacho sin haber conseguido tampoco nada (¡espero equivocarme!) dejará un buen sabor de boca. Al contrario de aquella vieja canción brasileña de A. Carlos y Jocati, "você -señor Camacho- näo (no) abusou". Gracias por ello.

Você abusou
En Deportes
0
comentarios
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal