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Alberto Míguez

Qué mosca le picó a Aznar

La política exterior española es una caja de sorpresas o un gran carnaval: que cada uno escoja.

Un día nos enteramos de que Clinton solicita la mediación de Aznar para que Barak y Arafat hagan las paces, al otro vemos a los guerrilleros colombianos visitando la autonomía valenciana y tres días después los británicos deciden convertir a Gibraltar en un taller para submarinos nucleares a la deriva. Ni los hermanos Marx en su camarote mejorarían esta gran pantomima.

Ahora nos enteramos de que el presidente del gobierno español decide en Corea del Sur establecer relaciones diplomáticas con Corea…del Norte, la más lúgubre, represiva y siniestra tiranía del mundo, un campo de concentración donde han muerto ¡tres millones de personas de hambre en los últimos cuatro años!

¿Qué mosca le habrá picado al señor Aznar para promover tan extraña e inexplicable iniciativa?

Corea del Norte es la primera dictadura comunista hereditaria y cualquier carantoña al sátrapa en el poder sólo puede interpretarse en una dirección: contribuirá a perpetuar un régimen de horror y terror con el que ninguna persona decente, en Oriente u Occidente, puede comulgar. Asombra que quien condena en Euskadi a los émulos de Kim Il Suing y su sucesor, tienda la mano a semejante criminal.

En diplomacia el todo vale, además de inmoral, resulta inutil: y el regalo que Aznar acaba de hacerle a los comunistas coreanos constituye un ladrillo más en el monumento al disparate que el señor presidente y su ministro de jornada llevan construyendo desde hace cierto tiempo. Impresentable.