Los últimos doce días de la campaña electoral norteamericana prometen girar en torno al miedo y el odio, los argumentos que por el momento mejor resultado han dado al vicepresidente Gore para recuperarse de la reciente erosión en los sondeos.
Gore trata de asustar a los millones de pensionistas y gente cerca de la jubilación, un grupo que además de ser grande vota más asiduamente que la gente de otras edades. No para de repetirles que la reforma de la Seguridad Social propuesta por George W Bush les dejará sin pensiones en los últimos años de su vida. Igualmente les asegura que su rival republicano defiende unos cambios en el seguro médico para jubilados, conocido como Medicare, que pondrá las medicinas y tratamientos médicos fuera de su alcance.
La respuesta de Bush es que Gore reparte miedo con fines electorales y señala que, sin reformas profundas, tanto el sistema de Medicare como de pensiones será insolvente antes de mediados de siglo. Pero Gore ha lanzado una campaña de millones de llamadas telefónicas advirtiendo a los pensionistas del riesgo que entraña una presidencia Bush y es inevitable que haga cierta mella, especialmente en un estado clave para Bush como la Florida, favorecido por los retirados debido a su clima cálido.
Más agresivo - y posiblemente de consecuencias más graves- es el recurso al odio racial. Aquí, Gore cuenta con la ayuda firme del presidente Clinton que insiste diariamente en la necesidad de una ley contra los "delitos de odio", en que el gobierno no se contenta con penalizar los delitos, sino que los sentimientos y, en época de elecciones, los sentimientos más castigados son los de odio contra la minoría negra cuyo voto es tan necesario para Gore.
La mayor asociación negra norteamericana ha divulgado un anuncio que critica a Bush por no tener una ley semejante en Texas e indirectamente parece hacerlo responsable del terrible asesinato de un negro, al que arrastraron atado a una cadena hasta que murió. Aunque los responsables están condenados a muerte, el Partido Demócrata no tiene bastante y la negativa de Bush a legislar el odio "es como matarlo dos veces".
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