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Alberto Míguez

La cuadratura del círculo

Como era de esperar, el independentista moderado Ibrahim Rugova y su Liga Democrática de Kosovo (LDK) ganaron por goleada las elecciones municipales en el enclave. Mayoría absoluta (60%), participación masiva, nimios incidentes y... casi ningún elector serbio en las colas.

Como era de esperar también, la UCK del independista radical Hashim Tasi, exjefe máximo del “ejército de liberación kosovar” apenas logró el 30% de los sufragios emitidos en estas extrañas elecciones después de la masacre y la batalla. Tasi acogió su derrota en silencio. Rugova pidió con voz ronca lo que todos esperaban: elecciones generales en la antaño “provincia” serbia seguidas de elecciones “presidenciales” para confirmar la independencia. Y la liberación de los dos mil prisioneros albano-kosovares todavía en las prisiones serbias.

Todo esto estaba en el guión que el pasional doctor francés Bernard Kouchner, exministro de Chirac y fundador de “Médicos del mundo”, además de máximo representante de la ONU en Kosovo, había elaborado meses atrás. Lo bueno viene ahora. El presidente de Serbia, Kostunica, acaba de declarar que su país no puede aceptar los resultados de estas elecciones intachables y que de lo que se trata ahora es de cumplir al pie de la letra la resolución de Naciones Unidas, según la cual el futuro de Kosovo se inscribe en el cuadro de una “autonomía sustancial” en el marco de la Federación yugoslava.

Y lo peor del caso es que esta tesis, tan extravagante como inviable, es compartida por la comunidad internacional que participó en la liberación del enclave cuando era el matadero de Milosevic y los verdugos serbios ejecutaban a los albano-kosovares de toda edad, condición, sexo o religión.

Nadie que tenga dos dedos de frente y el cerebro en su sitio puede pretender que, tras todo lo ocurrido en la martirizada provincia de Kosovo, Rugova, Tasi y los miles y miles de víctimas albano-kosovares acepten de buen grado el inmenso disparate avalado por las Naciones Unidas (uno más, al fin y al cabo), la OTAN, la UE y “tutti quanti” en el inmenso circo mundial. Esta “autonomía sustancial” lleva trazas de convertirse en la cuadratura del círculo.

El drama de Kosovo no terminó con su liberación por las tropas internacionales. Si los liberadores siguen metiendo la cuchara en este caldo sangriento, la tragedia de antaño puede ser una broma al lado de la que se aproxima. Si no, al tiempo.

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