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Federico Jiménez Losantos

Dos debates sobre prensa y terror

Dos debates se cruzan en este momento a propósito de la campaña de amenazas de muerte y asesinatos de los etarras contra los periodistas que han puesto a nuestro país al nivel de Colombia y algunos países africanos en cuanto a riesgo en el ejercicio de nuestra profesión. Unos periodistas han denunciado a un sujeto cuya publicación sirve de guía y punto de mira a las pistolas de ETA. Y aducen que eso no es una opinión política, sino el plano de un crimen, constatable por las bombas y los muertos ya habidos. A partir de ahí, los jueces. Aunque ya sabemos que mandar bombas a los periodistas sólo cuesta cinco millones de pesetas para los jueces de la Audiencia. Si se las mandaran a los jueces, seguro que saldría más caro. Lo de Ansón tratando de recuperar la "omertá" de años pasados entre periodistas proetarras y antietarras pertenece al género de las contorsiones patéticas que demuestran la fibra de según qué personajes.

Pero el terrorismo es asunto de la policía y los jueces. Materia poco opinable. En cambio, el segundo debate, a propósito de la función delatora, sañaladora y criminal, no del tal Pepe Rei, sino de un tal Lapitz, que en "Deia" pone a caer de un burro a los que también luego ETA mata o intenta matar, sí tiene interés intelectual. Y a nuestro juicio tienen razón Savater y Juaristi. No se puede insultar como "enemigos del pueblo vasco" a quienes nos parece "como si" ETA no los intentara matar.

El linchamiento intelectual es parte de la "limpieza ideológica" nacionalista, en la que colaboran ETA y el PNV. En rigor, las opiniones de los peneuvistas serían inanes si no tuvieran detrás y al lado, en Estella, a ETA. Pero no se puede fingir que no existe esa compañía. La diferencia es que los ligados a ETA, se juegan la cárcel y los "buenos", los del PNV, encima se permiten llorar sobre el muerto. Como si no tuvieran nada que ver. También en la prensa hay árboles y nueces.

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