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Lavado de bocas

El primero pudo haber hecho gracia. Cuando Federico Trillo, hoy titular de Defensa y a la sazón presidente del Congreso de los diputados dijo aquello de “manda huevos”, el personal lo celebró y festejó. Nuestros políticos se rebajaban al nivel de calle, como Suárez aconsejara. Y Aznar lo mandó a los cuarteles, a seguir practicando el lenguaje cuartelario.

Más recientemente, el juez de la Audiencia Ruiz Polanco se volvía a poner al mismo nivel que al etarra a quien hacía declarar; le prometía un par de “hostias”, en el supuesto de que no fuera juez. A Ruiz de Polanco, tras pedir disculpas, se le ha abierto el correspondiente informe y las diligencias oportunas, también por deslenguado.

Ahora es el ministro de Agricultura, Arias Cañete, quien invoca sus mismísimos “cojones”, o los del Gobierno, vaya usted a saber, como testigo firme y garantía segura de que el PHN, el Plan Hidrológico Nacional, será aprobado guste o no a los abrazadores del Ebro y a los aragoneses en general. Al río Ebro a lavarse, lo mandará Don Aznar, seguro. Tenía pocos problemas de comunicación, y surge el exabrupto.

¿Y un buen lavado de boca, general y obligatorio a todo aquel que use coche oficial y a cuenta del Tesoro, ahora que el Gobierno habla de aprendizaje de la historia y de la lengua de los españoles?

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