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Federico Jiménez Losantos

España, si tiene dignidad, debe romper con Castro

Si cualquier otro gobernante que no fuera Castro le hubiera hecho al Rey de España la afrenta que en Panamá le ha inferido el Carnicero de Birán, Don Juan Carlos habría tomado el avión de vuelta dejando a la señora Moscoso a solas con su huésped favorito o estaría preparando la respuesta que merece un sujeto capaz de jactarse en público de su apoyo a los terroristas que han intentado matar al propio Rey y a su familia, empezando por el Príncipe de Asturias. Si cualquier otro caudillo o caudillejo iberoamericano que no fuera Fidel Castro le hubiera hecho esa misma afrenta a José María Aznar, que vive de milagro tras escapar a otro gravísimo intento de asesinato de ETA, el Presidente del Gobierno estaría sacando del secreto cajón de sus agravios el plan para su venganza.

Si España tuviera una política exterior digna de ese nombre, desde el viernes todos los esfuerzos irían dirigidos al aislamiento internacional de Cuba y a la liquidación de cualquier vínculo de la Administración con los inversores en la Penitenciaría Castrista con capitalidad en La Habana y capital de invierno en Palma de Mallorca. Por cierto que toda relación por tierra, mar y aire del Rey o del Gobierno, de Exteriores o de Comercio con los hoteleros españoles cómplices del castrismo debería ser cancelada, devuelta o echada a pique. Creíamos que con la feliz jubilación del caboverdiano Matutes había terminado el "lobbysmo" de la hotelería balear, pero no sólo balear, que lava, seca y plancha sus beneficios soleados a la sombra de las cárceles de Castro, entre la prostitución infantil, el rufianismo de la policía política castrista y el tráfico de políticos casposos que acuden a por la foto con el Líder Máximo y a por el revolcón por el dinero mínimo. Creíamos que eso iba a cambiar. Queremos creer que Piqué puede hacer algo más que Matutes, algo más decente y algo más que el ridículo en las relaciones con la dictadura cubana.

Cuando los etarras se refugian en la embajada castrista en Madrid, cuando la empleada castrista Hebe de Bonafini se convierte en portavoz internacional de Herri Batasuna, cuando el mismísimo Fidel Castro en las mismísimas narices del Rey y el Presidente del Gobierno de España a los que ETA ha intentado asesinar, se niega siquiera a condenar de palabra a los terroristas etarras, hay que suponer que los mandatarios españoles o tienen mucho miedo a Castro -a que los mate, los desacredite o les monte algún escándalo- o tienen muy poca vergüenza. En realidad, vergüenza es lo que produce la política española con respecto a la dictadura castrista desde Franco hasta la fecha.

Ahora vendrá el mariachi de Polanco, feliz esposo de Mari Luz Barreiros, hija del que fue empresario favorito del régimen franquista y luego del castrista, con la copla de que es peor llevarse mal con Castro que llevarse bien, es decir, arrodillarse ante él y bailarle el agua. Y volverá Aznar de Panamá recordándonos que Xavier Arzallus es un cómplice objetivo de la banda etarra. Que es verdad, pero no es el único, ni mucho menos. El "Comando Madrid" de ETA, el que estuvo a punto de matar a Aznar y ha matado a Tomás y Valiente y ha dejado inválida a Irene Villa y ha asesinado a jóvenes y viejos, hombres y mujeres, ancianos y niños, tiene una infraestructura que la policía no consigue descubrir, pero tiene un piso franco en pleno centro de la capital que es la embajada castrista, por donde entran y salen los etarras a voluntad. Mientras Mayor Oreja no lo registre o lo clausure, no nos creeremos que la lucha contra ETA va en serio. Después de esta última afrenta a los mil asesinados por ETA, a todas las víctimas del terrorismo y a todos los españoles, mientras las autoridades del Gobierno y del Estado no encabecen la lucha diplomática, política y económica contra el régimen terrorista de Castro, nadie podrá tomar en serio a España.

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