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Diana Molineaux

Bajarse del carro del perdedor

La sentencia del Supremo de la Florida, unida a los decepcionantes resultados de los recuentos electorales, han llevado a los demócratas a airear públicamente las dudas que albergan desde hace semanas ante la encarnizada lucha de Al Gore para convertirse en presidente.

La tercera derrota en dos días de las huestes legales de Gore parece haber sorprendido al aspirante a la Casa Blanca. Uno de sus abogados asegura que no aceptará lo que ahora parece una probable derrota e impugnará los resultados, si el domingo la secretaria de Estado declara ganador al republicano George Bush.

Pero las filas demócratas, que el martes por la noche veían la victoria al alcance de la mano y con declaraciones optimistas y denuestos contra las republicanos se apresuraban a subirse al carro del vencedor, tienen ahora la misma prisa por bajarse del carro. Tanto en "off the record" como en editoriales de diarios y audiovisuales, señalan que Gore habría de abandonar la lucha si tampoco este tercer recuento le da los números que necesita.

Aún podría ocurrir que Gore sumara los votos, pero sin Maimi las proyecciones no parecen suficientes y los legisladores demócratas saben que, si Gore recurre otra vez, se enfrentan a dos alternativas: distanciarse públicamente del candidato de su partido, o apoyar una posición cada vez más impopular, es decir, ser infiel a los suyos o ser fiel en contra del sentido común. Ambas posiciones son igualmente malas para cualquier político que quiera presentarse a la reelección en menos de dos años.