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Enrique de Diego

Los nacionalistas no dimiten

Una de las señas de identidad de los nacionalistas es la de no dimitir. Esa perversión de la naturaleza humana política, tan común, se da en el nacionalismo en grados extremos. En otro caso, el director de la televisión vasca ya habría presentado su dimisión irrevocable tras adoptar una posición tan nítidamente partidista, y tan alejada de cualquier criterio de tolerancia, incluso de respeto institucional, como negarse a la emisión del mensaje del Rey, no por militante republicanismo, sino por estar en desacuerdo con las opiniones vertidas, como se deduce de las declaraciones del portavoz del PNV, Iñaki Anasagasti –ése que da los pactos de Lizarra/Estella por muertos, mientras la ejecutiva de su partido los da por vivos, gloriosa esquizofrenia.

Una de las cuestiones de fondo, ahora que tañen campanas –también en el PNV- de elecciones anticipadas es qué mínimo de neutralidad cabe esperar de un director que adopta posiciones de tal numantinismo visceral. Teníamos la sospecha de que la televisión autonómica era bastante partidista, pero se han superado incluso las peores sospechas. Eso no es una televisión, es una trinchera. Los partidos constitucionalistas hacen bien en intensificar en el Parlamento cualquier iniciativa que ponga en evidencia el latrocinio de abertzalismo mediático e intente que esa televisión llegue en otras condiciones a las elecciones.