Cuentan que Babe Ruth solía llegar "trompa" a los entrenamientos, haciendo "eses" tras interminables noches de farra, mujeres y alcohol. Era un demonio fuera del béisbol, pero cuando tenía un bate en sus manos simplemente quemaba la pelota. ¿Quién osaría decirle nada a aquel niño grande, criado en un orfanato y con un cuerpo más parecido al de Roscoe "Fatty" Arbuckle, el actor cómico del cine mudo, que al de un atleta profesional? Nadie. El era el mejor, una máquina de fabricar un home run tras otro.
Me vino a la memoria el caso de Ruth al enterarme de que Romario de Souza Farías sigue batiendo records en su país, y que ahora acaba de alcanzar los 68 goles con la selección, superando los 67 de Zico –el "Pelé blanco"– y acercándose Edson Arantes, el genuino Pelé, que llegó a la mágica cifra de 95. No sé si me traicionó el subconsciente, pero lo cierto es que existe cierta conexión entre el beisbolista de los Yankees y el goleador del Vasco da Gama, entre aquel demonio americano y éste otro diablo brasileiro.
Siempre se ha dicho de Romario –y más que nunca se comentó mientras estuvo jugando en España– que era más vago que la chaqueta de un guardia, un juerguista que pasaba las noches dándole frenéticamente a la "salsa", cerrando garitos a las mil y gallo. Sin embargo, este "jugador de tebeo" (Valdano dixit) era luego capaz de petrificar a Rafael Alcorta, el aguerrido defensa vasco, con aquel regate (¿"cola de vaca" lo llamaban?) ingeniado sobre la marcha.
Nunca le perdonaré a Luis Aragonés que osara cuestionar en público a la estrella por un quítame allá esos bailes. Es probable que, al hombre que en ese momento entrenaba al Valencia, Romario le recordara en exceso a él mismo cuando tenía treinta años. Lo cierto es que aquel gesto de Luis, aquella parafernalia de cara a la galería, nos privó de otra dosis de aquel futbolista genial. El "sabio de Hortaleza" no comprendió que, además de todo lo anteriormente expuesto, resulta que sus broncas simplemente le resbalaban.
Ahora, Romario debe andar por los 35 años. La temporada pasada marcó 74 goles (67 de ellos con el Vasco), superando a aquel otro rematador memorable –Roberto "Dinamita"– que en 1981 logró 62. El "niño" ha sido el máximo goleador de la I edición del Mundial de clubes (3 goles), del Torneo Río Sao Paulo (11), del Campeonato Estatal (19) y de la Copa Mercosur (11). Si es cierto que sigue echando el cierre a todos los bares de copas de Río de Janeiro, lo peor que puede decirse de él es que le sienta fenomenal. Le veo con 70 años, llegando el último al entrenamiento y el primero a la portería rival. ¿Y quién le podrá achacar nada? Yo, desde luego, no, porque además le importaría un bledo. Y así debe ser.

Un "diablo" anda suelto
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