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El ladino Fernán Gómez llegó a confesar en su día que él necesitaba ir al cine con un crítico para que le explicara la película: "si no, no la entiendo; no hay manera". Yo voy a acabar haciendo lo mismo con el fútbol; pagaré a un crítico para que se venga conmigo al estadio de turno y me explique las cosas despacito y con buena letra. Se ganará el sueldo porque soy muy preguntón, y también porque hay un montón de cuestiones que no logro comprender. Una de ellas, el espinoso asunto arbitral. Es ésta una vieja película en blanco y negro, con los mismos protagonistas año tras año; y me pasa como con Bergman: no entiendo nada de nada.

¿Por qué los árbitros no pueden defenderse de los ataques que reciben? Durante toda la semana deben asistir impertérritos al examen de colegiados ya retirados. Un "bombardeo" desde la prensa escrita, la radio y la televisión, con declaraciones a mil pulsaciones, con cámara súper-lenta y con versiones contradictorias sobre el mismo Reglamento. ¿Y por qué un árbitro no puede reconocer sin temor a represalias que se ha equivocado? ¿Por qué no puede participar en el debate futbolístico que generan sus decisiones? Ese es un problema que debe solucionar cuanto antes Victoriano Sánchez Arminio.

¿Por qué no se profesionaliza al colectivo? Desde luego que los árbitros seguirían cometiendo equivocaciones, pero sería más difícil que se produjeran. Además se cerrarían las posibilidades a los críticos que claman por la total dedicación. El fútbol debería pagar más, pero teóricamente estaría menos indefenso.

En el partido que enfrentó al Celta y el Valencia hubo jugadores que quisieron engañar al árbitro –Daudén Ibáñez— y lo consiguieron. El colegiado erró más de la cuenta y ahora es cornudo y apaleado al mismo tiempo. ¿Se van de rositas los mentirosos, y la toman con el estafado? ¿Cómo es posible que Pedro Cortés salga ahora diciendo que en la Liga española ocurren cosas raras?

¿A santo de qué Mariano García Remón se tira una semana criticando la designación de Pérez Burrull? ¿Sólo porque es cántabro? ¿Es que él perdería a propósito un partido contra el Real Madrid si su club de toda la vida lo necesitara? ¿Y cómo dejan que Luis Aragonés esté durante tres días alabando a López Nieto en comparación con Andradas Asurmendi, que se equivocó en su contra en el Nou Camp? ¿No se da cuenta –con toda su veteranía— que si el árbitro beneficia al Mallorca se arma? ¿No se da cuenta o es justamente porque se da cuenta por lo que lo hace?

Ya ven que mi crítico se ganaría el dinero, aunque me quedan aún muchas preguntas por hacer. Por ejemplo: ¿Nadie criticará a Ruiz de Lopera por echar a la calle a Fernando Vázquez? ¿O a Mostovoi por desaparecer del campo? ¿Y por qué sí a Prados García o a Losantos Omar? ¿Existe o no existe el famoso ordenador? ¿Y el notario? ¿Dónde está el notario? Al final deberemos recurrir al letrerito que colocaban en los bares del lejano oeste: "por favor, no disparen al pianista".

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