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Con razón la llaman Izquierda Hundida. La capacidad política, el genio estratégico, el discurso incendiario y, sobre todo, la autoridad moral del penúltimo jefe del PCE y de lo que quede de IU está alcanzando cumbres abisales. Tras el último asesinato etarra de un concejal del PSOE, de un representante del pueblo y en vísperas de unas elecciones, lo único que se le ha ocurrido a Don Gaspar es decir que ETA no va a conseguir que “todos hablen de lo que ellos quieren”, o sea, de lo suyo, de sus crímenes y de Estella. ¿Pues de qué va a hablar en esta campaña Izquierda Hundida? ¿Del precio de las galletas?

En realidad, IU no ha prestado más atención que a ETA y al terrorismo en los últimos años. Olvidándose de cualquier otra cosa, de la primera o la última idea de izquierda, de la última o la primera tradición más o menos progresista, Madrazo y Llamazares, antes Frutos y Madrazo, se han limitado a uncirse al carro de ETA en Estella y a tirar de él, como bueyes. Eso sí, con una campaña hablando de otra cosa, por ejemplo del agujero de la capa de ozono en lugar del agujero del tiro en la nuca, a lo mejor sacan muchos votos. Qué caso.