A fuerza de liberales algunos se hacen libertarios, que es el polo opuesto. En las sociedades civilizadas es un hermoso principio el de las vacunas obligatorias y a poder ser gratuitas. Pues bien, ya ha surgido la cofradía que proclama la rebeldía sanitaria. Ellos no van a vacunar a sus hijos. El argumento es todavía más fuerte: las enfermedades infecciosas no deben desaparecer. La malaria o el cólera son parte del equilibrio ecológico. Cada loco con su tema, pero hay temas peligrosas (en femenino). Es la nueva versión de la cretinez de negarse a hacer transfusiones de sangre. Pobre gente.

Abajo la vacuna

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