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Luis deberá elegir: tren o yate

Parece confirmado que José Antonio Camacho cumplirá su contrato con la Federación y acabará recluyéndose en sus apetecibles Cuarteles de Invierno (digo lo de "apetecibles" porque ofertas para entrenar no le faltarán, y porque en cualquier club cobrará tres veces más que en la selección). Ya dijimos en su día que Camacho había iniciado un clarísimo repliegue verbal, un catenaccio de gestos con los que pretendía indicarnos a todos que lo suyo sería flor de un día. Me dolió, y aún me duele, porque siempre pensé que este proyecto traería grandes cosas para nuestro fútbol pero, salvo un portentoso milagro, no parece que el murciano vaya a ser el elegido para hacer algo grande, histórico y definitivo.

Angel Villar se encontrará con un dilema. Es posible que él ya tenga la confirmación de que Camacho no seguirá tras el Mundial 2002. ¿Qué hacer? No hay mucho donde escoger, pero básicamente el presidente de la Federación puede apostar por dos entrenadores diferentes: veterano con historial o joven con proyección. En el primero de los casos únicamente se me ocurren dos nombres: Javier Irureta y Luis Aragonés; en el segundo es más sencillo, sólo hay uno: Víctor Fernández. Irureta está demasiado implicado ahora mismo con el Deportivo, y Víctor, que es más listo que el hambre, preferirá dejar escapar este tren que en el futuro volverá a pasar por su estación. Ergo, sólo hay un candidato: Luis Aragonés.

El entrenador madrileño parte con una clarísima ventaja por muchos motivos; es el decano de los técnicos españoles, está de vuelta de todo y en su currículum sólo le queda la guinda de la selección. Además, la Federación se la debe. En su día Luis fue designado para sustituir a Vicente Miera y alguien en Alberto Bosch pensó que sería una buena idea esgrimir el asunto de la salud para descabalgar a Aragonés y montar en su lugar a Javi Clemente. No sólo no fue una buena idea sino que se jugó irracionalmente con una persona. Casi diez años después de aquello, Villar debería pagar y con intereses. Todo el mundo vería con buenos ojos que Luis accediera al banquillo español.

A pesar de las diferencias que mantengo con Luis Aragonés (ruge demasiado) creo que sería una buena opción. Si Camacho leyera este artículo diría algo parecido a esto: "Ya estamos, todavía no me he ido y ya me quieren echar". Por muchos motivos la Federación no puede pillarse los dedos en este asunto, y en realidad faltan sólo catorce meses para el Mundial. Un suspiro. Deberían informar a Luis para que, por ahora, no se compre un yate en Mallorca. El tren volverá a pasar por delante de su puerta. Ya lo verán. Y el barquito puede esperar un poco más.

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