Uli Hoennes, gerente del Bayern de Munich, advierte en “Der Spiegel” de que ya llega el lobo de la recesión económica para el fútbol europeo. No es el primero que lo hace ni será tampoco el último; desde hace tiempo este deporte está lanzando señales evidentes de desgaste, de agotamiento de un ciclo. El folclore organizado alrededor de la “pila” de millones que se llevan los jugadores, el despilfarro en muchos casos y en otros la necesidad perentoria de ofrecerle algo rápido (como la comida americana, con mucha grasa y mucho “ketchup”) a los aficionados, han construido endebles castillos en el aire. Ocurre que, como en la fábula de Pedro, tengo para mí que al final llegará el lobo y, al menos en España, nos zampará a todos (ciudadanos activos y también espectadores pasivos en este desmán) con el consiguiente plan de saneamiento. 40 millones de españoles... ¡A pagar!
El problema es que Hoennes –ya saben, fiabilidad y seguridad alemanas– pone como ejemplo negativo las economías de algunos clubes españoles, desde la Unión Deportiva Las Palmas (5.800 millones de deuda) hasta el Atlético de Madrid, Betis y Sevilla. Lo más sorprendente es que, por primera vez en una lista negra de estas características, aparece el Barcelona. El dueño de la caja del Bayern manejará datos confidenciales para aventurar que el club catalán debe 17.000 millones de pesetas. ¿Y el Real Madrid? Del equipo que preside Florentino Pérez ni rastro, bien sea porque se da por hecho o porque interpretan que ya están manos a la obra poniendo soluciones al “crash” merengue.
La verdad es que han conseguido deprimir a la gallina televisiva de los huevos de oro. En Italia y España, los canales de pago son una auténtica ruina; en nuestro país sólo son rentables el Madrid y el Barcelona, y en algunas ocasiones ni siquiera ellos. En Italia ya se han dado cuenta de que tienen que colocar un tope salarial porque los clubes se han gastado ya todos sus ingresos por televisión. Y este maná tiene fecha de caducidad aunque Raúl, por poner un ejemplo gráfico, seguirá cobrando 1.000 millones al año incluso cuando su club se vea forzado a reducir sus ingresos televisivos. ¿Cómo solucionar ese desfase?
El Bayern de Munich ha empezado a apretarse el cinturón. Uli Hoennes ha puesto el límite en 10.000 millones de inversión para la próxima temporada (“aunque si nos arreglamos con 4.000, mucho mejor”). Allá, en lontananza, el lobo de la crisis aúlla; aquí, mientras tanto, sigue la orgía, el desenfreno y el baile. Veremos quién le paga al final el chalecito, con sus correspondientes cuartos de baño, al señor Figo.

Hoennes y el lobo del “crash”
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