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Julio Cirino

Camino de Québec

Mientras Québec ultima preparativos para la “invasión” de delegados, Jefes de Estado y manifestantes que sufrirá este fin de semana, todos los actores están procurando llegar a la Conferencia Cumbre en las mejores condiciones políticas que les sea posible. Sin embargo, por razones múltiples, las notas de escepticismo no son pocas ni desdeñables.

En Estados Unidos, el presidente George W. Bush se presentó el pasado martes 16 ante la Organización de Estados Americanos para señalar su creencia en la relevancia de la OEA en la lucha contra la corrupción, los narcóticos y los abusos contra los derechos humanos. Esto marcó además un contraste muy nítido con su predecesor Bill Clinton, que prácticamente ignoró a la OEA durante toda su gestión.

Insistió, también, en que la reunión de Québec debe producir resultados concretos, tema este que despierta no pocas críticas e incredulidades, particularmente a la luz de lo acaecido en las Cumbres previas. Las palabras del presidente, si bien fueron recibidas con mucho agrado, parecen no haber sido suficiente para cambiar los ánimos pesimistas a los que aludíamos, porque no parecen estar aún respaldadas por hechos concretos.

Por una parte, el pedido específico de la autoridad “fast track” al Congreso para negociar efectivamente aún no fue formalizado y, por otro lado, la explicitación de cómo piensa abordar Estados Unidos el tema de los subsidios y barreras que imposibilitan el libre comercio más allá de la teoría, tampoco fue clarificado hasta el momento.

Brasil, por su parte, aparece como el “duro del filme” y muestra su juego pausadamente. Preguntado su ministro de Exteriores si su país podría buscar un acuerdo bilateral con EEUU respondió con un enigmático: “ no tenemos ninguna iniciativa prevista en esa línea...” Claro que nada dijo respecto de cómo recibiría Brasil una iniciativa de los EE.UU sobre el particular.

Simultáneamente, el ministro afirmó que la negociación del libre comercio debería concretarse entre el MERCOSUR como bloque –Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay– y los Estados Unidos. Lo que no quedaba claro entonces es si Brasil indicaba con esto que no esperaba avances concretos en el tema del Area de Libre Comercio de las Americas –ALCA–, por lo que sería más práctico encarar una forma de negociación cuatro más uno, MERCOSUR más Estados Unidos.

Claro que para Brasil la importancia de estos acuerdos, tanto MERCOSUR como el futuro ALCA, si bien es grande, no es una cuestión esencial para su economía, sólo el 8% del PBI brasileño corresponde a las exportaciones. Una situación muy diferente a la de Chile, por ejemplo, con un 28% de su PBI atado al éxito de las mismas.

Otro interrogante pendiente es cuál será la conducta del presidente Hugo Chávez de Venezuela, quien ya anticipó su oposición a la noción misma del ALCA y plantea acercamientos de su país con Cuba, China, Irak, Irán y Libia. No son pocos los que estiman que Chávez procurará “robarse el show” frente a las cámaras, pero más seria aún es la duda respecto del apoyo político concreto que puede o no concitar entre los países del Hemisferio.

Justamente es una alusión a las "cámaras" lo que cierra este artículo. Es muy difícil predecir cuán importantes serán las demostraciones anti-globalización, anti ALCA en Québec, pero si quienes las realizan logran transmitir frente a la TV mundial una imagen de “oposición popular” al evento, esto haría el pasaje de la iniciativa por el Congreso de los Estados Unidos aún más dudoso.

Pero esto lo veremos en los días venideros...

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