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Cuando Felipe González perdió un poco de su terrorífico poder de embaucamiento, repetía una y otra vez que "no habían explicado bien" lo que la gente rechazaba. En realidad, se habían explicado muy bien, demasiado bien, lo que pasa es que las trolas, pasados los años, no cuelan. Pero como la izquierda parte de la extraña creencia de que todo lo que proponen es bueno por el simple hecho de que lo propongan ellos, siempre piensan que con una estrategia publicitaria adecuada la gente no sólo los votaría sino que los sacaría en andas como a los santos de madera y los llevaría a hombros hasta la poltrona más próxima.

Demasiado cuela la basura idológica de la izquierda, tanto socialista como -sobre todo- comunista, para la pobre realidad que trasluce. Pero, aun así, no es suficiente. Y como son incapaces de reciclar la basura ideológica que ha producido el roce del socialismo con la realidad, como no se atreven a mirarse al espejo, confesar las arrugas, poner al día su ideario, modernizar su programa electoral y renovar sus motivos de enganche para la opinión pública, pues eso: todo se les va en mítines y cartelería.

El PSOE programa quinientos mítines por toda España. Quinientos, nada menos. ¿No deberían empezar por cinco o por cincuenta reuniones hasta aclararse sobre su idea de España y sobre el desbarajuste nacional que padecen y andan extendiendo? Izquierda Unida quiere cambiar su imagen y promover la del Líder Llamazares. ¿No debería empezar por aclararse y aclararnos si se trata de una fuerza política española o si busca la disolución de España, si se enfrenta al terrorismo o se acuclilla a su sombra, si Madrazo decide la estrategia política del PCE o si Llamazares puede juntar un par de ideas sin que le estalle la cabeza?

Menos imagen y más ideas. Aunque sea una.

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