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Francisco Capella

Una sandía llamada Cohn-Bendit

Daniel Cohn-Bendit, alias Dany el Rojo, líder de la Revolución del 68, es hoy eurodiputado verde. Ha pasado de las manifestaciones callejeras a vivir a cuerpo de rey a costa de los contribuyentes europeos: sueldos millonarios, despachos, dietas, viajes. Aunque él afirma que nunca ha sido comunista, como buen ecologista es como una sandía: verde por fuera y rojo por dentro. Colectivista hasta la médula, Europa es su última utopía: "tenemos que darles a los europeos una identidad común". Aunque sea a la fuerza, aunque muchos no la quieran. Parte esencial del marxismo es cambiar la naturaleza humana.

Según él "los demócratas somos abiertos, aceptamos las contradicciones". Algunos son tan intelectualmente deshonestos, poco rigurosos y contradictorios que no pueden aceptar que "un país tan civilizado como Italia pueda votar por alguien como Berlusconi". ¿Acaso en una democracia no puede todo ciudadano presentarse como candidato? ¿Ser rico es un impedimento? ¿No puede el votante elegir a quien le dé la gana sin ser recriminado por pseudointelectuales moralistas? Cohn-Bendit declara que no entiende por qué los jóvenes o los pobres pueden votar por él; es normal que un parásito enquistado en la maquinaria burocrática del Estado no comprenda que la riqueza y el progreso se consiguen mediante la libertad y el carácter emprendedor.

Colectivista y alarmista, pretende hablar en nombre de millones de europeos (que no le han elegido como portavoz) a los que "Berlusconi da miedo" porque es "un peligro para la democracia" y "tenemos que controlarlo". Se intuye el pánico en las calles que reclaman una democracia tutelada por individuos omniscientes intachables. Y es que la democracia está bien mientras no produzca resultados desagradables. Pobres italianos que no saben lo que les conviene.

"La mayoría de la sociedad se resiste a aceptar que para vivir mejor, para mantener el medio ambiente, tenemos que cambiar nuestra forma de vida. El problema de Los Verdes es ése: nosotros le recordamos a la gente que si ganamos, la vida será más dura". ¿Una vida más dura es una vida mejor? ¿Mejor para las personas o para animales, plantas y elementos inorgánicos? Menos mal que a veces los seres humanos se resisten a aceptar la estupidez. Cohn-Bendit tiene suerte de ser contradictorio, porque si no lo fuera tendría que dejar de respirar, beber, comer y producir residuos, para así mantener el medio ambiente. Y es que vivir es así.

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