Lo sucedido este sábado en la Bundesliga me trajo a la memoria una situación muy parecida que se vivió en la Liga española. En aquella ocasión los equipos implicados eran la Real Sociedad y el Real Madrid. Habían mantenido una lucha encarnizada durante todo el año y ambos llegaban al último partido del campeonato con opciones; al conjunto donostiarra le bastaba un empate en Gijón, mientras que el Madrid tenía que ganar en Valladolid. Los merengues cumplieron en Pucela y, a falta de un par de minutos para la conclusión, la Real perdía en El Molinón por 1-0. Recuerdo a Juanito celebrándolo por todo lo alto y a Uli Stielike con la mirada fija en el marcador; de repente el centrocampista alemán –muy poco dado a exteriorizar sus emociones– se llevó las manos a la cabeza e hincó las rodillas sobre el césped: la Real Sociedad había empatado (creo recordar que por mediación de Zamora) y conquistaba el campeonato. En el futuro, al Real Madrid le tocaría perder otras dos Ligas más en condiciones muy similares; ambas en Tenerife y con el mismo beneficiario: el Fútbol Club Barcelona que entrenaba por aquel entonces Johan Cruyff.
Parece que la diosa fortuna que fue malévola con el Bayern quiera ahora reparar de golpe todos sus desmanes. El equipo de Hitzfield no es que tenga una flor sino un jardín botánico, un edén en el que poder pararse tranquilamente y escoger. Juan Sánchez, desde Valencia, lo definió como paciencia. Un santo. Lo del Bayern fue una "bola" de mucho cuidado; en castellano lo llamaríamos "chorra". Y de cara a la final de la Champions League me preocupa que el viento sople ahora a favor de los alemanes. ¿La suerte del campeón?
El Schalke 04 cumplió con los pronósticos venciendo, con dificultades, al Unterhaching por 5-3. El Bayern perdía por 1-0 ante el Hamburgo (gol del bosnio Sergej Barbarez que llegaba en el minuto 90 de partido); en el descuento, y cuando todos los aficionados muniqueses se daban cabezazos contra la pared, llegaba el agónico empate de Patrick Andersson, un defensa que no suele marcar muchos goles. En ese momento la táctica era sólo una: "¡Jerónimo!", y hasta el portero Oliver Khan había subido con desesperación al ataque.
Hasta el próximo miércoles habrá tiempo para analizar la final de la Copa de Europa aunque lo cierto es que, ahora mismo, la suerte es la aliada del club alemán que acaba de lograr su tercer campeonato consecutivo. Espero que el Valencia aprendiera la lección del año pasado porque, además de todos los argumentos futbolísticos que podamos esgrimir, al equipo que preside Pedro Cortés le volverá a tocar medirse con un equipo en plena racha, un Bayern con derecho a jardín. Esperemos que Héctor Cúper sepa por dónde empezar a podar.

El jardín del Bayern
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