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El Pacto del PP y el PSOE por las Libertades y contra el Terrorismo dice en su preámbulo que hay que romper cualquier pacto con el PNV mientras no renuncie a su alianza estratégica y táctica con ETA, puesta nítidamente de manifiesto en el Pacto de Estella. También en inciativas paralelas como la Udalbiltza, que redundan en la búsqueda de una liquidación de la legalidad constitucional y estatutaria para crear una nueva situación revolucionaria que excluiría de la ciudadanía del País Vasco y Navarra a más de la mitad de la población, la que se siente española o no separatista.

El PNV no ha renunciado a nada. Arzallus dijo en la noche electoral que en el parlamento había "mayoría absoluta de nacionalistas vascos", hermanando así a los proetarras de EH con la alianza PNV-EA. Parece, sin embargo, que los firmantes del Pacto Antiterrorista, por lo menos el PSOE, sí están dispuestos a renunciar a todo. Y, asombrosamente, a cambio de nada. Naturalmente, no lo pueden decir así, pero así se entiende.

De un cierto desconcierto tras los resultados del 13 de Mayo hemos pasado a un desconcierto cierto: se dice un cosa, se hace otra distinta y da la impresión de que no se piensa ninguna. El panorama institucional y político español en la lucha contra el terrorismo es el de un caos matizado por la desolación.

La mejor prueba de que PSOE y PP -el uno, voluntariamente; el otro, arrastrado por el uno- navegan a la deriva, olvidados de los principios morales y hasta de su propia conveniencia política, es que encargan a Ibarretxe -el mismo al que ambos pusieron dos mociones de censura hace unos meses- "liderar" la lucha contra ETA, cuando, como prueban las declaraciones oficiosas del lendakari en funciones, lo único que está dispuesto a encabezar el alevín de Arzallus es la lucha contra el Pacto Antiterrorista, mientras Anasagasti y Arzallus se turnan en la injuria contra las víctimas del terrorismo y las asociaciones cívicas que les apoyan.

Decir, como hace insidiosamente el partido de Ibarretxe, que el Pacto Antiterrorista fue derrotado en las urnas el 13 de Mayo equivale a sostener que las víctimas de ETA no tienen derecho a defenderse. Si es eso lo que están dispuestos a admitir PP y PSOE, lo mejor será que lo digan y disuelvan sus partidos en el País Vasco. Si no es así, que dejen ya de gimotear por los resultados, de traicionar o menospreciar a los 575.000 votantes que confiaron en ellos, de arrastrarse por el fango en busca de no se sabe qué legitimidad del nacionalismo cómplice de ETA y que muestren una mínima dignidad ante un partido o una partida que no ha abdicado de ninguna de sus atroces convicciones racistas y que todavía tiene que demostrar que está dispuesto a luchar mínimamente contra ETA. No a decirlo, sino a hacerlo.

Porque de Ibarretxe, hasta ahora, ni una mala palabra ni una buena acción. Y del PNV y EA, malas palabras y acciones peores. ¿Se les pasará el "síndrome de Estocolmo" alguna vez al PP y al PSOE o van a seguir haciendo el más ignominioso de los ridículos durante toda la legislatura?

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