Menú

Jospin se raja

Como yo me extrañaba de que en una pequeña aldea como Bustarviejo hubiera varias agencias bancarias, José Luis Leal me explicó que, con la llegada masiva de ordenadores, cada uno de los cuales puede realizar el trabajo de varios –muchos– empleados, y ante la imposibilidad franquista de despedir, los bancos habían multiplicado sus taquillas y agencias. Eso era hace veinte años, en 1981, y la medida bancaria para escurrir los dos bultos, o sea utilizar plenamente los ordenadores, sin despedir a nadie, había ocurrido varios años antes. Es muy probable que de todas formas la portentosa extensión de las cuentas corrientes y de los cajeros automáticos, hubieran asimismo exigido una multiplicación de las agencias. La medida resultó, pues, eficaz.

Para vuestros hijos y nietos, recordaré que por los años 1976/77, en el Grupo 16, me pagaban en efectivo, y viví dos años en Madrid, sin cuenta corriente. Hoy, imposible. Debo confesar, de paso, que salir de Padre Damián con un fajo de billetes en el bolsillo, me procuraba un placer sensual que ningún cheque me ha procurado jamás.

Parece como si la anécdota no tuviera nada que ver, pero lo tiene, porque la ley sobre “modernización social” (¡serán caraduras!), cuyo voto ha sido aplazado por Lionel Jospin, que se ha rajado ante los comunistas, tiene mucho de franquista, con algún toque soviético, para presumir de izquierdismo, porque castigar, multar, controlar, y, si no prohibir totalmente, en todo caso obstaculizar al máximo el despido, y reintroducir con más poderes aún, la burocracia estatal en la dirección de las empresas, puede conducir a catástrofes, y a una muy concreta: el paro. Aunque parezca paradójico, esos controles burocráticos, al obstaculizar el desarrollo de las empresas, su iniciativa, plantean problemas de gestión cuya consecuencia inmediata es: si es imposible despedir, ya no contrataremos. El envejecimiento industrial y hasta la quiebra, apuntan en el horizonte.

Al pretender “salvar” los empleos en una empresa, se pone en peligro el empleo en el país. Siendo muy consciente de repetirme, me repito, ya que nadie habla de ello: los ordenadores no sólo llegaron a los bancos, se han impuesto por doquier, como los robots en la industria, y las cadenas automatizadas, tanto en Michelin, como en Danone (por cierto, el boicot a los productos Danone, tan cacareado por la izquierda plural, ha sido un fracaso rotundo). Las nuevas tecnologías se imponen, pero la clase política es autista y no se entera.

De todas formas, está claro que no se trata de eso, sino únicamente de cambalaches politiqueros. Herido de muerte, el PCF quiere aparentar ser el partido más extremista de la izquierda. No se olvide que en los sondeos, su líder Robert Hue, aparece en último lugar, detrás de los Verdes, y del robot (o robota) trotsquista Arlette Laguillier. Como esto no puede ser, algo hay que hacer. Y en nombre de la extrema izquierda exigen más franquismo en el mundo laboral.

Hay que saber que ésta ley está en discusión desde hace dos años, y que aplazar el voto hasta el 13 de Junio, no resolverá nada. Al principio, los comunistas se mostraban favorables, pero sus desastres en las europeas y las municipales, les han enloquecido. Hay un artículo en ese proyecto de ley que me resulta curioso: se va a castigar el “acoso moral”. ¿qué será eso? Si yo, que estoy harto de que me tomen por “objeto sexual” desde hace tantos años, no llego a entender lo de “acoso sexual”, ¿quién va a entender el “moral”? “¡Elena tráeme un café!”, sin “por favor”, ¿será acoso moral o sexual? Me temo que en estas y otras cuestiones tan urgentes –y tan interesantes para los abogados–, habrá que volver al luminoso ejemplo de Torquemada, para que, una vez más, nos indique el camino de la salvación.

En Internacional

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal