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Julio Cirino

Una detención de cinco estrellas

Durante mas de una década, el otrora “caudillo” peronista, nacido en la provincia rural de La Rioja (Argentina) fue considerado por los medios como un ejemplo del éxito democrático en Hispanoamérica. Llegó al poder en 1989 enarbolando las banderas del más rancio “populismo latinoamericano” y triunfó en un proceso electoral realizado en medio de la peor crisis inflacionaria que recuerda la historia de Argentina.

A los pocos meses sin embargo, Menem se reinventa a sí mismo y pasa a convertirse en el campeón de la economía de mercado, con Domingo Cavallo como su ministro de Economía; en la arena internacional se alinea estratégicamente con los Estados Unidos, lo que le valdrá ser designado como “aliado extra-OTAN”, categoría que EEUU reserva para sus más fieles amigos, tales como Israel o Corea del Sur. El arresto de Carlos Menem el pasado jueves 7 de junio resulta altamente controvertido para un país que se debate en medio de su tercer año de recesión, con cifras de desocupación que rondan el 18 por ciento y una situación social extremadamente volátil.

Para unos, la detención supuso el fin de una época marcada por la corrupción insolente e impune, poniendo en evidencia la existencia de un poder judicial independiente y la intención de la administración de Fernando de la Rúa de dejar que la justicia siga su curso sin interferencias y sin importar el perfil político del acusado. Pero para otros, el arresto no es más que un “show mediático” puesto en escena con intencionalidad política, con la complicidad de un juez, Jorge Urso (nombrado juez federal por el propio Menem), quien a la vez es objeto de una investigación parlamentaria por supuesto “enriquecimiento ilícito”.

Sea cuales fueren las razones, después de presentarse ante el juez acompañado por su esposa, la ex miss Universo de nacionalidad chilena, Cecilia Bolocco y sus abogados, Carlos Menem fue confinado a cumplir arresto domiciliario; no fue detenido, puesto que supera los 70 años de edad. Menem fue trasladado en un helicóptero policial a una residencia en las afueras de las ciudad de Buenos Aires. La casa, propiedad de uno de sus más fieles seguidores, construida como un cortijo andaluz, reúne absolutamente todas las comodidades imaginables; esto y un régimen de visitas teórico, más la posibilidad de conceder entrevistas a los medios, hace que la “prisión” luzca más como un retiro cinco estrellas que como el martirio de un prócer que sus fieles gustan de imaginar.

La acusación que pesa en contra suya -jefe de una asociación ilícita- no sería excarcelable y guarda relación con el envío de unas 6.500 toneladas de armas argentinas a Croacia a comienzos de los años 90. La causa judicial no es nueva, comenzó allá por 1995, pero sólo tomó impulso en abril de este año, y hoy tiene bajo arresto a un ex ministro de Defensa y al ex comandante del Ejército. Hasta ahora, la teoría de la defensa (las armas fueron desviadas después de que pasaran el control argentino y que la responsabilidad recaería en los intermediarios de la operación) no se ha sostenido frente al juez.

En todos los documentos oficiales, las armas aparecían destinadas a Venezuela y a Panamá (que carece de Ejército), pero llegaron a Croacia, en medio del conflicto de los Balcanes. Días atrás, Menem intentó involucrar públicamente a los Estados Unidos en la operación, sugiriendo en un programa televisivo que el juez haría bien en consultar al Departamento de Estado respecto del desvío. En cuestión de horas, éste negó la existencia de documentación alguna que avalara las acusaciones del ex presidente argentino.

No son pocos en Buenos Aires los que piensan que esta operación, tasada en unos 100 millones de dólares, es algo completamente menor e irrelevante en medio de las magnitudes mil veces superiores que se manejaron a lo largo de una década de privatizaciones, que no se han caracterizado precisamente por su prolijidad, y que generaron enormes fortunas en un plazo sospechosamente breve. Uno de los últimos números de la revista Forbes incluía al ex presidente en la lista de las cinco personas más ricas de Argentina, todo un logro, sobre todo si se recuerdan sus humildes comienzos como abogado en la provincia de La Rioja.

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