Si es cierto que, como solía decir en ocasiones Angel Cappa, un club de fútbol es sobre todas las cosas un sentimiento, el que genera en este momento el Fútbol Club Barcelona es el de la confusión más absoluta. Confusión en cuanto a los fichajes que vendrán en el futuro; confusión sobre qué sistema se ha llevado a cabo para elegir a los nuevos futbolistas; confusión acerca de la persona --Carlos Rexach-- que debe poner en funcionamiento la maquinaria; confusión, desde luego, sobre la validez del hombre que ocupa en estos momentos la presidencia. Joan Gaspart, que ganó las elecciones el pasado mes de julio, ha creado en once meses un jovencito Frankenstein que no sabe caminar y mascar chicle al mismo tiempo. ¿Qué hacer mientras se deshace la casa azulgrana?
Suele decirse que en el fútbol no existe la oposición, pero eso es falso (que le pregunten si no a Pedro Cortés por Paco Roig). Si es posible que en un Consejo de Administración ocurra que cada uno ofrezca su opinión y presione, con las acciones en la mano, para llevarla a cabo, no veo dónde radica el problema para que no suceda lo mismo en una Sociedad Deportiva. El opositor de Gaspart debe ser Lluis Bassat, que para eso se presentó a las elecciones; él tiene la responsabilidad que le confieren los diez mil votos que obtuvo hace un año; sus acciones son esos diez mil socios que le otorgaron su confianza.
Acabo de escuchar al señor Bassat hablando de "moción de censura". Sinceramente, desconozco si los estatutos del Barcelona recogen dicha posibilidad. Pero al margen de eso, el socio barcelonista debe saber que existe una forma diferente de gestionar el club porque, hoy por hoy, la sensación generalizada es que tras Gaspart llegará el vacío. Bassat tiene que dejarse oír porque, al margen de los desastrosos resultados deportivos que hayan podido producirse puntualmente, el mayor problema de la actual directiva (sea ésta cual sea y la forme quien la forme, que ese es otro gran misterio) es que carece de un proyecto de futuro.
Decía Giulio Andreotti que lo que realmente desgasta es la oposición y no en el poder. No lo creo. Joan Gaspart ha llegado desactivado a la presidencia tras haber sido durante más de veinte años el vicepresidente del club. No tiene ideas. Carece de recursos. Está cansado, ojeroso, triste y enfadado. Tendrían que darle un homenaje y sentarle a la derecha de Nicolás Casaus. El tiempo que el barcelonismo tarde en darse cuenta de eso será un valioso tiempo perdido.

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