El hogar es también una extraña fábrica donde se produce bienestar. La época industrial nos acostumbró a introducir diversas máquinas en los hogares. Primero, fue la máquina de coser, naturalmente de pedales. Era un artefacto eficaz y bello. Ahora es un objeto raro, incluso aunque sea con motor. En su día entró la máquina de escribir, hoy arrumbada por el ordenador. Luego está la lavadora, el frigorífico, el lavaplatos, y demás electrodomésticos. Se comprende el constante aumento del consumo doméstico de electricidad. El hogar parece cada vez más un submarino, una estación espacial. Las amas de casa deberían estudiar Mecánica.

Las máquinas domésticas

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