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Francisco Capella

Las culpas de EEUU

Tienen razón los intelectuales de izquierda cuando critican la política imperial de los EEUU en muchas partes del mundo. El intervencionismo internacional en política exterior del gobierno norteamericano ha tenido muchos aspectos negativos: bombardeos sobre civiles inocentes, destrucción de infraestructuras, embargos dañinos para la población empobrecida que además no sirven para eliminar a los dictadores que la subyugan, apoyos a regímenes totalitarios, promoción de algunos indeseables para luchar contra otros indeseables, o pasividad ante matanzas generalizadas. Aunque también conviene no olvidar, y esto casi nadie lo menciona, que los enemigos de los Estados Unidos han sido casi siempre naciones o grupos dominados por ideologías enormemente dañinas para los seres humanos: el socialismo y los fanatismos religiosos violentos e intolerantes.

Pero estos intelectuales, cuando intentan explicar el atentado terrorista contra los Estados Unidos, mencionan, como ha hecho recientemente Carlos Fuentes, "los vicios de la globalización irrestricta dominada por una sola potencia". Como siempre, los antiglobalización meten la pata cuando intentan arrimar el ascua a su sardina. Según ellos, los estados deben comprometerse para superar "las fuerzas del mercado y del crimen". Mercado y crimen parecen ir juntos, son casi lo mismo para las mentes delirantes de algunos necios: comprar, robar, vender, secuestrar; no son capaces de ver las sutiles diferencias.

Los EEUU no podrán quejarse de un ataque como el del 11 de septiembre, suelen decir, si ... favorecen a compañías explotadoras del equilibrio natural, se niegan a ratificar los tratados de protección del medio ambiente o provocan el desequilibrio militar con el absurdo proyecto del escudo antimisiles. En fin, parece ser que, según la izquierda, negarse a ratificar un tratado absurdo y dañino como el de Kyoto, explotar recursos naturales como el petróleo y el carbón, promover los alimentos transgénicos, e intentar defenderse contra agresiones militares externas; todo eso es tan malvado que ¡justifica los actos terroristas! Sabemos que algunos ecologistas son locos fanáticos: tal vez ahora se dediquen a exterminar a la especie humana con bombas bacteriológicas.

Sólo es legítimo "reforzar a los organismos internacionales" (burocracias colectivistas y parasitarias, contrarias a los auténticos derechos individuales) y "encabezar las campañas para la erradicación de la pobreza, el hambre, la enfermedad y el analfabetismo". En esto último los norteamericanos son los más generosos y activos del mundo, pero a los socialistas les molesta que lo hagan espontáneamente de forma libre, particular y privada: así no pueden manejar ellos la riqueza ajena.

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