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¡Salvad a los rehenes!

Al parecer, la sociedad empieza a reaccionar ante las alarmantes noticias procedentes de Georgia. Hasta se han abierto cuentas para recaudar fondos. Los secuestradores –desde noviembre pasado no nos hemos enterado ni de quiénes son– amenazan con ejecutar a los empresarios españoles, Antonio Tremiño y Francisco Rodríguez. Piden más dinero, a pesar de que los familiares de los rehenes ya les han pagado bastante. Tampoco se descarta lo peor, o sea, que los españoles ya estén muertos.

En estas trágicas circunstancias nos queda sólo rezar por los dos hombres y lamentar que la opinión pública haya sido tan sorda y tan torpe frente a este caso durante todo este tiempo. Para poco nos sirve la satisfacción profesional de que Libertad Digital haya sido el único medio nacional que intentó poner en alerta a los ciudadanos sobre el destino de los secuestrados, insistiendo en que corrían un riesgo mortal y pidiendo medidas urgentes para salvarlos.

Nuestra voz no ha sido escuchada entre el ruido que armaba un coro de medios de información incompetentes que mandaban mensajes tranquilizadores hablando de “enérgicas medidas de las autoridades georgianas” y anunciando, de vez en cuando, la inmediata liberación de los empresarios.

Al día siguiente del secuestro avisamos de que las autoridades de Georgia no harían nada para salvar a los españoles, simplemente porque no controlan el territorio de su país, en manos de las mafias y “señores de la guerra”. Hemos denunciado las mentiras del presidente Shevardnadze de que la situación estaba “bajo su control personal”. Este personaje no movió ni un dedo para resolver el caso.

Hoy en día, las familias de los secuestrados declaran, en los medios de comunicación, que en sus desesperados esfuerzos para salvar a sus próximos no han contado con mucha colaboración del ministerio de Asuntos Exteriores y de la Embajada española en Moscú, que cubre las funciones diplomáticas en Georgia. No nos extraña. En el territorio comanche que es Georgia, la diplomacia no tiene nada que hacer.

Pero en cualquier Estado de derecho debe haber otros mecanismos eficaces para defender a sus ciudadanos. Estas medidas se conocen de sobra. A los que las ignoran les recomendamos ver la película estadounidense “Delta Force”. Además, deben tomarse medidas preventivas que no requieren ni mucha inversión, ni riesgos humanos: advertir a los españoles del peligro que corren al aventurarse en algunos territorios de países con regímenes criminalizados y perversos.

Y, por último, nos preguntamos una vez más: ¿a qué se debe tanta indiferencia ante este caso, a lo largo de todos estos meses, por parte de la opinión pública, tan sensible ante las inundaciones en Mozambique, problemas en India, Centroamérica o la Conchinchina, y tan alarmada ante la causa palestina, kosovar o chechena?

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