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Máscaras de gas

La última vez fue en 1918 con la epidemia de gripe, la más mortífera de la Historia. Se creyó que con las máscaras de gas los microbios se neutralizarían. Ni eran microbios ni pudieron con ellos. Las antiestéticas máscaras de gas fueron un fetiche. Se acababan de inventar contra la eventualidad de la guerra química, que al final no se produjo. Ahora estamos ante la misma psicosis colectiva. Claro es que las máscaras o mascarillas vienen bien en determinados trabajos de riesgo. Pero como utensilio cotidiano resultan disparatadas. Es inútil todo lo que se diga. La moda irá a más.

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